lunes, 10 noviembre 2025

La LZ-30 encadena un mes cerrada y la reapertura se aplaza al martes

Pejeverde

La reapertura de la carretera Mozaga–Famara (LZ-30), prevista para el sábado 8 de noviembre, se retrasa al martes 11. Así lo ha trasladado la Consejería de Obras Públicas del Cabildo de Lanzarote, que dirige Jacobo Medina, alegando ajustes técnicos finales en el asfaltado y la señalización.

La vía, que conecta San Bartolomé con Teguise y da salida hacia Famara, está cerrada desde el 6 de octubre. Un mes largo de desvíos, rodeos y cambios de rutina para quienes usan esa carretera a diario para ir a trabajar, llevar a los niños a entrenar o abrir sus negocios.

Sobre el papel, la actuación es clara: mejora integral del firme en varios tramos de una carretera muy castigada por el tiempo y el tráfico. Las obras están financiadas con fondos FDCAN, gestionados por la Consejería de Hacienda que dirige María Jesús Tovar, dentro del plan de modernización de la red viaria insular impulsado por el Cabildo.

En la práctica, lo que ve la gente es otra cosa: una carretera cerrada más de un mes y fechas que se mueven. Primero el corte, luego el anuncio de reapertura para el sábado y ahora un nuevo plazo marcado en rojo: el martes 11. Cada cambio alimenta la sensación de que se está tardando más de lo razonable.

Entre los vecinos y usuarios habituales se repite la misma idea: “que la arreglen, sí, pero que la abran ya”. Nadie discute que la intervención fuera necesaria. El firme acumulaba baches, parches y un desgaste evidente. Pero la paciencia se mide en días de rodeos, no en notas técnicas.

Desde el Cabildo se insiste en que la prioridad es la seguridad. El propio Jacobo Medina ha subrayado que la obra en la LZ-30 era “muy necesaria para garantizar la seguridad y el confort de la circulación” y que la carretera se reabrirá con todas las garantías una vez terminados los trabajos de asfaltado y señalización.

El discurso oficial habla de modernización de la red viaria. El discurso de la calle es más sencillo: “demasiado tiempo cerrada”. Para muchos, el retraso en la reapertura confirma una idea muy instalada: que en Lanzarote se empieza a trabajar en la carretera el día del corte, pero no se trabaja igual de rápido para volverla a abrir.

 

El tramo afectado, entre Mozaga y el cruce de acceso a Famara, es más que una línea en el mapa. Es una vía de paso que ordena la movilidad entre municipios y que forma parte de la rutina diaria de mucha gente. Cuando esa rutina se rompe durante semanas, la obra deja de ser un proyecto técnico y se convierte en un problema político y social.

Ahora todas las miradas están puestas en el martes 11. Si la LZ-30 reabre ese día, la historia quedará en un mes largo de molestias a cambio de un firme nuevo. Si no se cumple el plazo, el bache ya no será solo en el piche, sino en la credibilidad de quienes ponen las fechas.

De momento, los conos mandan y los desvíos se mantienen. La carretera se arregla con máquinas y hormigón. La confianza, no tanto.

 

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