sábado, 22 marzo 2025

Colas, turistas y abandono: el aeropuerto de Lanzarote pide pista (y refuerzos)

foto. Elpejeverde.com. Sala recepción viajeros con pasaporte

Pejeverde

Que Lanzarote es uno de los destinos turísticos más importantes del país lo sabe hasta el último viajero que pisa el aeropuerto César Manrique. Lo que ya no resulta tan evidente es cómo un recinto que gestiona casi 9 millones de pasajeros al año sigue operando con una plantilla policial que, a la vista de las imágenes de estos días, no da abasto ni para sellar pasaportes sin generar colas interminables bajo el sol. La presidenta del Partido Popular en la isla, Astrid Pérez, ha puesto voz —y queja— a lo que cualquiera que pase por allí puede ver: turistas en fila india, esperas que desafían la paciencia británica y una infraestructura que no está a la altura del cartel de "décimo aeropuerto del país".

«No es ni la imagen que debe ofrecer la primera puerta de entrada a la isla ni la atención que merecen los turistas en una isla que trabaja por mejorar la calidad de todos los servicios», afirmó Pérez, visiblemente crítica con lo que considera una desidia prolongada del Gobierno central. Porque si algo ha dejado claro la líder popular es que Lanzarote no puede sostener su motor económico principal —el turismo— mientras recibe a sus visitantes con un "bienvenidos a las colas".

Y es que no hablamos de una anécdota puntual ni de una tarde de tráfico aéreo especialmente intensa. Según Pérez, «el volumen de llegadas de terceros países y la afluencia total de pasajeros que registra el aeropuerto, 8,7 millones el pasado año, justifican claramente un refuerzo general de los efectivos policiales por parte del Gobierno del Estado». Una cifra que además tiene nombre propio: 1,5 millones de turistas británicos que, como cada temporada alta, pasan de la playa a la fila del control de pasaportes sin transición.

Mientras tanto, AENA se desmarca con promesas inversoras que suenan a música de fondo en una sala de embarque: anuncios sin cronograma claro, proyectos difusos y, como única certeza tangible, la unión de las dos terminales. «Nuestro aeropuerto se sitúa entre los diez primeros del país en volumen de pasajeros pero nunca antes había estado tan abandonado y tan carente de inversiones como en estos últimos años», denuncia Pérez, que exige algo tan básico como más agentes en los controles y más dinero para modernizar unas instalaciones que se están quedando pequeñas para una isla que sigue vendiéndose como un paraíso turístico.

Mientras tanto, en las pistas, los turistas siguen esperando. Y no precisamente por culpa del viento.

 

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