jueves, 23 enero 2025

Corujo señala al PP por la parálisis social, sin admitir los errores de su propio gobierno

Pejeverde

La política, dicen, es el arte de lo posible. Pero hay momentos en los que se convierte más bien en el arte de lo imposible, en un teatro donde las líneas argumentales pierden coherencia y las explicaciones no pasan de ser intentos fallidos de justificar lo injustificable. María Dolores Corujo, en su rueda de prensa reciente, ofreció un ejemplo casi arquetípico de esta estrategia: culpar al Partido Popular de todos los males que aquejan a Canarias y al resto del país, mientras ignora o maquilla la responsabilidad del propio gobierno socialista en los desastres que denuncia.

Es cierto que el Congreso ha dejado a la ciudadanía en una situación comprometida al no aprobar medidas de vital importancia social. Sin embargo, acusar a la oposición de “la mayor traición a Canarias” resulta no solo exagerado, sino deshonesto. ¿Acaso no ha sido el Ejecutivo quien se ha dedicado a sostener su mandato en alianzas frágiles y contradictorias, en lugar de buscar consensos sólidos y estables? ¿No es el propio gobierno el que ha diseñado un modelo legislativo basado en decretos y en batiburrillos legislativos –como ese famoso decreto ómnibus– que, lejos de garantizar el bienestar de la población, han servido para enmascarar una incapacidad endémica de aprobar presupuestos o consolidar mayorías?

En su denuncia, Corujo afirma que el PP ha votado en contra de la subida de las pensiones, la gratuidad del transporte público o las ayudas a La Palma. Pero, ¿qué hay de las medidas accesorias y las concesiones que se han incluido en el mismo paquete, esas que ni siquiera cuentan con el apoyo unánime dentro del propio arco parlamentario socialista? ¿Y qué ocurre con la falta de una estrategia coherente por parte del gobierno, que ha preferido la improvisación al diálogo constructivo? El intento de cargar toda la responsabilidad sobre el PP no se sostiene cuando se considera que el gobierno siempre pudo haber buscado acuerdos transversales, pero eligió priorizar su alianza con fuerzas que, en muchos casos, tienen intereses abiertamente contrarios al bienestar general.

El resultado de esta política errática y a golpe de decreto es una legislatura colapsada, un país sin dirección clara y una ciudadanía que paga el precio de la ineptitud política. Criticar a la oposición puede ser un recurso fácil, pero no ofrece soluciones reales ni redime los errores propios. Si la señora Corujo y el PSOE desean recuperar credibilidad, deben dejar de lado las acusaciones grandilocuentes y asumir su parte de responsabilidad en este desgobierno. Solo así podrán empezar a reconstruir la confianza de los ciudadanos, en lugar de seguir contribuyendo a la crisis de liderazgo y dirección que azota al país.

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