viernes, 13 septiembre 2024

Leal y la Bodega Stratvs: Víctimas de un sistema que prioriza la acusación sobre la verdad

S.Calleja

La política, en su máxima expresión, debería ser una senda de integridad y transparencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, se transforma en un escenario de acusaciones injustas y juicios populares desmesurados, donde los actores suelen ser víctimas de una maquinaria que busca saciar venganzas ocultas o intereses escondidos. El relato de los casos del socialista expulsado, Miguel Angel Leal y del 'Caso Stratvs' en Lanzarote, son ejemplos que demuestran cómo la esfera política y judicial pueden ser manipuladas, dejando en su paso una estela de reputaciones destrozadas y vidas alteradas.

El exdirigente socialista, atrapado en la telaraña del Caso Jable, se enfrentó a acusaciones gravísimas, que desembocaron en su expulsión del partido, sin tener la oportunidad de defender su honor. Ahora, 14 años más tarde, las acusaciones han sido retiradas por falta de pruebas, dejando a su paso un hombre quebrantado, que busca redención en un sistema que le falló catastróficamente. La pregunta retórica que lanzó en Lancelot TV en el día de ayer sobre quién compensará el daño infligido, resuena en los pasillos silenciosos de la justicia y en las conciencias de aquellos que acusaron sin fundamento.

En un escenario paralelo, pero no menos ignominioso, se encontraba en diciembre de 2020 el 'Caso Stratvs'. Una bodega que se transformó en el blanco de acusaciones infundadas, llevando a sus propietarios a un vía crucis judicial que duró una década. El asunto, inflado desproporcionadamente por ciertos sectores y medios, buscaba quizás saldar cuentas pasadas o simplemente, jugar a la política del escarnio. Sin embargo, la verdad terminó por abrirse paso, aunque en un silencio casi sepulcral, contrastando con el ruido ensordecedor de las acusaciones iniciales.

La actitud de los acusadores, que ahora miran hacia otro lado, refleja una hipocresía y falta de integridad alarmantes. Se revela una falta de ética tanto en el ámbito político como en el judicial, que no hace sino erosionar la confianza de la ciudadanía en estas instituciones. Transparencia Urbanística, una entidad que ha señalado incansablemente, parece caer en una obsesión de acusación sin la certeza necesaria, perpetuando un ciclo de denuncias y venganzas que hacen más daño que bien.

En una sociedad que clama por justicia y transparencia, estos casos deberían servir como un espejo crudo de las fallas sistémicas que nos acechan. Es momento de exigir responsabilidad, no solo legal sino moral, a aquellos que se esconden detrás de acusaciones vacías para saldar cuentas personales o políticas. El silencio de los acusadores tras la revelación de la verdad, es el símbolo más elocuente de una injusticia que clama por redención y una política que requiere una profunda introspección

 

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