lunes, 25 noviembre 2024

Pregón de la candelaria 2020

 

Es un orgullo personal ser elegido “pregonero” entre tantos hijos de este pueblo manifiestamente cualificados. Además, un halago para alguien que no ha nacido en Tías. Orgullo, a la vez que temor, por la responsabilidad que supone afrontar el reto e intentar dar una respuesta acorde con las expectativas de los vecinos, después de tan honrosos y cualificados predecesores que han sabido indagar en la historia, costumbres y tradiciones en torno a este pueblo y las fiestas de Nuestra Señora de la Candelaria y San Blas. No me adentraré en la historia más allá de mis vivencias.

 


Nací en una casa solitaria, en las cercanías de Arrieta, de padres y antepasados de Tabayesco, al menos desde 1730, según consta en el Archivo Eclesiástico de la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación de Haría. Pero intuyo cierto paralelismo en las costumbres y formas de vida, en la gran mayoría de sus gentes en los ambientes rurales del Lanzarote de aquella época, marcada por la pobreza y un afán de supervivencia. Porque, ¿Quién no durmió sobre un colchón de paja de cebada o camisa de millo? ¿Cuántos colchones quedaron más de un año con el mismo relleno porque la escasa lluvia ni siquiera fue suficiente para renovarlo? ¿Quién no echó tierra en la herida del dedo del pie por culpa de aquella inoportuna piedra que se interpuso en el camino? A nadie se le abrió la piel, entre las falanges de los dedos del pie, como consecuencia de andar descalzo sobre la hierva mojada por el sereno? ¿Quién no guardó para el final aquella fruta pasada, más suave y carnosa, mientras con gran apetito saboreábamos la “suculenta” merienda? ¿A nadie le riñeron, alguna vez, porque la cabra golosa despuntó la cebada, lentejas o tomateros del vecino, aprovechando el menor descuido mientras jugábamos con el camioncito de tunera o la muñeca de caroso? ¿Acaso nunca se abrigó nadie con un saco de esparto o yute, aquellos de la lista azul, en los atardeceres fríos cuando cuidaba las cabras? ¿A nadie le llevaron de un lugar a otro metido en las alforjas de un burro? ¿Nadie recuerda dos sábanas y una toalla limpia guardadas en el fondo de la cómoda, “por si se ofrecía” y que nunca se usaban? ¿A nadie le preguntaron, al comprar el pan, quién era el enfermo en casa, porque los pobres comíamos pan de la tienda en alguna enfermedad? ¿No es verdad que alguna vez nos chamuscamos el pelo, en la vela que nos alumbraba, para poder ver y resolver las operaciones de aritmética? ¿Nadie recogió del nidal tres huevos para llevar a la tienda y cambiarlos por un cuarto de litro de aceite, fideos o fósforos? ¿A nadie le lloraron los ojos tras los teniques por el humo de aquella leña húmeda que no ardía? ¿A nadie le llamaron la atención por no saludar alguna persona con la que nos cruzábamos por el camino? ¿Nunca nadie estrenó unos zapatos “nuevos” porque al hermano mayor ya le quedaban estrechos? ¿Nunca nadie volvió jubiloso a casa con unas sardinas, enhebradas en una verga, que le habían dado por ayudar a calar un chinchorro? ¿Nadie tiene en su memoria la imagen de un burro tirando un carro llevando unos chicos sentados sobre su maletas de madera, que volvían de vacaciones del seminario, (identificados por sus zapatos y calcetines negros) desde el muelle en el que atracaba el correo, por la calle Real del Puerto hasta la estación de guaguas cerca de las Cuatro Esquinas, por cuyo servicio le cobraban peseta y media a cada uno?
Ante respuestas negativas deduciré que nacieron ustedes en una época posterior o pertenecieron a una familia de “pudientes”.
Hoy, igual que en Tías, se sigue celebrando en Tabayesco, las fiestas locales en torno a la Virgen de la Candelaria. En mis primeros recuerdos está aquella función religiosa celebrada en una era, presidiendo el altar un cuadro de Nuestra Señora, a la que acudían caminando, en verdadera romería, vecinos de todos los pueblos cercanos. Posteriormente se construiría una ermita, en torno a la cual, celebran aún hoy las fiestas.
Sirva este preámbulo introductorio a modo de evaluación inicial, como dirían en el ámbito educativo. Sirva también este contraste para entender y valorar los cambios que hemos experimentado. Me atrevo a decir, con el permiso del poeta Jorge Manrique, sacando el verso de su contexto, que “todo tiempo pasado NO fue mejor”.

Quienes hemos nacido en la primera mitad del siglo pasado sabemos que el paso del tiempo no ha marcado el mismo ritmo de crecimiento y desarrollo. Mientras en la década de los cincuenta vivíamos anclados en el final de una “prehistoria” asentada en los pueblos de Lanzarote, en tan sólo 20 años después, la frecuencia de los cambios acortó, sustancialmente, los períodos de tiempo y, mucho más hoy, donde el avance y desarrollo no nos deja tiempo para asimilarlos. Los problemas que preocupaban aquella sociedad como la sequía, el viento, la calima, el agua, el hambre o las enfermedades, se llaman hoy cambio climático, desempleo, violencia de género, brexit o Thomas Cook, por citar algunos.

Llegué a Tías, como trabajador en la enseñanza, en el año 1983, donde pasaría la mayor parte de mi vida profesional. Maestro en Prácticas de la Primera Promoción de la Especialidad de Educación Física para implantar en la enseñanza, lo que se llamaría luego, “Experimental para la Reforma Educativa”. Permítanme que me abstenga de citar nombres de quienes contribuyeron, con tanta eficacia, en alcanzar, al menos, parte de los objetivos propuestos. Siempre me quedarían personas, que a título personal o en representación de organismos y colectivos, merecen igualmente ser citados.
Quiero resaltar la acogida desde el primer momento del claustro y toda la comunidad educativa del colegio Alcalde Rafael Cedrés.
Muchos recordarán lo difícil que resultaba cambiar los patrones que dominaban las horas de patio donde, la educación física, estaba más vinculada a la espontaneidad y al juego poco dirigido, que como materia insertada en el currículo. Laboriosa tarea para convencer e integrar en las diferentes actividades a los niños y a las niñas, con ideas preconcebidas de que las tareas deberían ser diferenciadas por género. Sin embargo, no pasaría mucho tiempo para que, con el apoyo de todos y la confianza que me otorgaron, aceptase el alumnado los nuevos criterios de la actividad física. Voy a definir las características del alumnado con una frase que una compañera, maestra, hija y trabajadora de este pueblo, me dijo hace poco: “¡Qué suerte tuvimos los maestros de aquella época, porque los chicos ya venían educados de sus casas!” Yo no sería capaz de decir tanto con tan poco.
Convencido de que la actividad física no podía reducirse al ámbito de las sesiones de clase, se ponen en marcha actividades para llevarlas, con carácter extraescolar, fuera de los límites del centro. He de destacar la rápida aceptación y respuesta, con una gran afluencia de alumnado, a todas las instalaciones deportivas, fuera del horario lectivo. La demanda se canalizó, principalmente, en la participación en las convocatorias, a nivel insular, de juegos y deportes en edad escolar. Los equipos mejores clasificados participarían luego en la convocatoria regional. El índice de participación del Colegio Alcalde Rafael Cedrés sobrepasó, en esta época, al resto de centros de la isla con el mayor numero de alumnos y equipos participantes por colegio. Participación orientada a la práctica y disfrute por encima del resultado de efímeros triunfos.
No quiero pasar por alto la gran tradición del Centro en su participación en la inmensa mayoría de eventos culturales de la época Muchos recordarán aquellas laboriosas carrozas, diseñadas por verdaderos artistas del propio Centro, y confeccionadas con la colaboración y participación de toda la comunidad. Carrozas que irían acompañadas de una nutrida participación en las exhibiciones del carnaval, a la vez que eran muy admiradas y valoradas por todos.
La confección de alfombras para la festividad del Corpus, belenes, certámenes culturales y hasta el propio ventorrillo por estas fiestas, por citar algunas de las actividades.
Haré también mención especial a la realización de acampadas. Sus objetivos principales era dar oportunidad a una convivencia intensiva; a la realización de actividades al aire libre; al aprendizaje de conocimientos utilitarios; al cuidado y respeto a la naturaleza y al intercambio conjunto con alumnado de otros centros. Numerosos participantes de aquella época me recuerdan hoy, con gran satisfacción, las experiencias y anécdotas vividas. Muestras y encuentros de juegos y deportes tradicionales completan el apartado de actividades extraescolares.
Pero no está cerrada la etapa. De todo esto queda una evaluación pendiente. La evaluación que determine si todo aquello generó en el alumnado algún hábito de comportamiento en la práctica de la actividad física para mejorar la salud, la alimentación, la higiene personal, el bienestar o la relación interpersonal. En esta dirección apuntaba cuando decía a mis alumnos en clase: “Yo espero que los hijos de ustedes mejoren su actitud ante la actividad física y la enseñanza”. A los alumnos de entonces, a sus padres, a sus hijos y posteriores generaciones les corresponde terminar la evaluación porque, pienso que, algunos resultados de la educación y la enseñanza, sólo pueden ser evaluados a medio y largo plazo.
Normalizada la actividad ligada al centro escolar, con la participación de compañeros de otros centros, se confecciona y se presenta a la corporación municipal en el año 1.985 “Proyecto para la puesta en funcionamiento de las Escuela Municipal de Deportes del Ayuntamiento de Tías”. Considerábamos necesario ampliar la oferta más allá del fútbol y de la lucha canaria, bastante promocionados por las respectivas federaciones y apoyadas por el ayuntamiento. Si bien es cierto que este proyecto no cuenta, en un principio, con la aprobación, muy pronto es asumido con el total apoyo de la corporación. Planificamos con obsesiva prudencia la reforma y mejora de las instalaciones deportivas existentes que, rápidamente, fueron acometidas por el municipio. Algunas actividades deportivas monopolizaban el uso de muchas instalaciones y que, dicho sea de paso, no tardaron en ceder ante el incipiente proyecto. Se iniciaron las actividades de las escuelas municipales de atletismo, baloncesto, balonmano, lucha canaria y volibol. Resaltar que la lucha canaria ya contaba con bastante arraigo y que tantos éxitos estaban cosechando en este vernáculo deporte.
Estos esbozos rudimentarios crearon pronto la necesidad de incorporar personal cualificado que canalizara la demanda y coordinara su actividad. No tardó para que los responsables municipales contrataran técnicos deportivos para garantizar y dar continuidad al servicio. Era necesario trocar el sueño en realidad. Se sembró la semilla, a la que luego el trabajo de quienes tomaron el testigo, hicieron germinar, con el calor de los profesionales y la lluvia de participantes, recogiendo la cosecha de éxitos deportivos. Más tarde, la corporación municipal, firmaría el primer convenio entre la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento de Tías para el uso de sus instalaciones escolares fuera del horario lectivo.
El entusiasmo no decae, acicateado por el afán de completar un mapa de actividad física para todos, y enfatizando un deseo profundo, no sin cuotas de aventura, para conducir el ambicioso proyecto que supone cambiar en la sociedad la forma de pensar, nos lleva a ofertar e iniciar sesiones de gimnasia de mantenimiento para adultos. Recuerdo perfectamente a las tres mujeres que asistieron a la primera sesión. Pudimos experimentar muy pronto, con gran satisfacción, la rápida incorporación progresiva a esta actividad. Obligados por la demanda, se aumentaron las sesiones para atender la asistencia. Varias caminatas y excursiones de fin de semana servirían de complemento a esta actividad física.
Citaré una anécdota, sin ánimo de censurar a su protagonista, ocurrida en una sesión de mantenimiento mientras se realizaba el calentamiento en el campo de fútbol al mismo tiempo que luchadores y futbolistas. Decía: “¡Hasta las mujeres ya quieren meterse a entrenar en el campo de fútbol!”. Sería injusto con la realidad si, hoy, pretendiera enjuiciar la expresión sin tener en cuenta las circunstancias que nos rodeaban a los que nacimos en la primera mitad del siglo pasado. Para poder entender las dificultades con la que se inicia cualquier intento de cambio, es necesario comprender los sentimientos, costumbres, tradiciones y forma de pensar que caracterizaban la sociedad del momento.

He querido recapitular los momentos culminantes de la aventura y que ponen de manifiesto, una vez más, lo pionero de este pueblo, no sólo en el desarrollo económico sino en el bienestar de todos sus vecinos con notorias mejoras en educación, cultura, sanidad, seguridad ciudadana, solidaridad y acogida a todos su visitantes. Cuando hablo de este pueblo me refiero desde Masdache a Puerto del Carmen; desde el aeropuerto al Mesón.

La implantación de la nueva Ley Orgánica General del Sistema Educativo, llevaba aparejado el desdoblamiento de la educación obligatoria. Se construye el Instituto de Educación Secundaria Obligatoria de Tías y en 1.998 inicia su actividad. Por reorganización en la adscripción a las distintas especialidades, algunos compañeros del Colegio Alcalde Rafael Cedrés y del Colegio Concepción Rodríguez Artiles, pasamos a prestar servicios al nuevo instituto. Confieso que aproveché la oportunidad para adscribirme al departamento de Física y Química y Biología Geología. Las exigencias del patio habían hecho mella día a día a lo largo de los años.
Se incorporan al mismo tiempo el alumnado de los dos centros de referencia. No hace falta, en verdad, llegar a alturas extremas de pericias sociológicas para comprender tantas evidencias del “estallido” de los primeros momentos del encuentro. Quiero resaltar la capacidad y aplomo educativo de todo el claustro, conjuntamente, con todos los sectores de la comunidad educativa y compañeros del equipo directivo del que me honra haber formado parte del mismo.
La integración de un alto porcentaje de alumnado procedente de diferentes países; alumnos inmigrantes menores no acompañados; los casos de chicas y chicos indisciplinados; los de desarraigo familiar,… obligaron a toda la comunidad educativa a hacer un esfuerzo para que, sin detrimento de una gran mayoría del alumnado con interés de aprender, se consiguieran los objetivos del centro. Labor eficaz de todos los que supieron corregir sin humillar y convencer con el ejemplo. Celebro sus logros, porque como decía alguien “Ver a tus alumnos crecer y que sean buenas personas, eso es tener éxito”
El crecimiento demográfico de estos años, convirtieron al Instituto de Tías en el centro con el mayor número de alumnos en educación secundaria de toda la isla de Lanzarote, y que pone de manifiesto el vagón de cabeza que representa este pueblo. Como consecuencia, pronto se acomete una ampliación con la construcción de cuatro nuevas aulas. Al ampliarse la oferta educativa con el bachillerato y un Ciclo Formativo de Grado Superior, se construyen otras cuatro. Los resultados positivos en las pruebas de acceso a la universidad, situaban a Tías por encima de la inmensa mayoría de todos los centros de Canarias. Hoy, alumnos de entonces, forman parte de los claustros de este municipio y otros centros, además del nutrido elenco de titulados y profesionales en todos los sectores de la actividad pública y privada.

A pesar de la ampliación del Instituto de Tías, la creciente demanda de puestos escolares, creó la necesidad de construir un nuevo centro de Educación Secundaria Obligatoria. La puntual cesión de los terrenos que hizo el Ayuntamiento a la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, dieron respuesta a la demanda con la construcción del nuevo centro: El Instituto de Educación Secundaria Obligatoria Puerto del Carmen. En el año 2005 se pone en marcha este instituto acogiendo al alumnado de la zona, desdoblando el IES Tías . Tengo la satisfacción de que la directora del mismo me incluyese en su equipo con el cargo de secretario. Tías, se convirtió así en el primer municipio que logra completar su mapa escolar por el que quedarían cubiertas todas las necesidades educativas .
Aquí termina, con mi jubilación en el año 2008, la prestación de servicios. Corresponde a este pueblo la evaluación del grado de cumplimiento de las obligaciones por las que me pagaban. Hoy sigo conectado a este pueblo, especialmente a través de los centros educativos, con modesta participación puntual en algunos talleres, atendiendo a sus invitaciones. Guardo de este pueblo muy gratos recuerdos por el que siempre he sentido gran admiración y respeto dándome siempre la oportunidad de aprender.

Sirva mi elemental relato, de este período en la enseñanza, para corregir errores y afianzar el convencimiento de lo caduco que puede resultar el desarrollo económico si no lleva paralelo la mejora de la educación y la cultura del pueblo como base sólida sobre la que se debe construir el desarrollo.
Permítanme que tenga un recuerdo para todos aquellos jóvenes que pasaron por nuestras aulas y que han perdido sus vidas en momentos tan dolorosos para todos.
En nombre de la Corporación y en el de la Comisión de Fiestas, les invito a todos: devotos de la Virgen de la Candelaria y San Blas; a los creyentes y no practicantes; a los que no creen; a los practicantes de cualquier religión y a cuantos nos visiten, a participar y disfrutar de todas las actividades que nos brinda el programa de las fiestas. Que la “Candela” de la Virgen nos ilumine a todos en este 2.020 y siempre, conservando las buenas costumbres, tradiciones y valores que, si me permiten la expresión, vale la pena conservar. Bienvenidos todos.

Muchas gracias por su presencia.

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