Publicidad de primera: Lanzarote sale en el canal de TheGrefg… y no cuesta un euro
Pejeverde
Nos hemos ahorrado el stand en Boston en Toronto y en San Antonio. La campaña más eficaz del año nos la ha montado un murciano con una cámara una tabla de surf y una legión de seguidores que haría pequeño cualquier recinto ferial. Se llama TheGrefg y sus “vacaciones secretas” tienen muy poco de secretas cuando la isla entra en plano y el espectador siente que está sentado en el asiento de al lado. El vídeo es éste: MIS VACACIONES SECRETAS
La verdad es que su llegada a Lanzarote arranca como arrancan las visitas que de verdad nos entienden sin proclamas y con silencios compartidos. Cueva de los Verdes y Jameos del Agua aparecen como arquitectura del volcán más que como atracción turística además con esa luz que parece respirar bajo tierra. Luego el Mirador del Río abre la isla entera de un golpe y la cámara calla un instante lo justo para que el vértigo haga su trabajo
Y entonces Famara. El viento firma el guion la marea pone la música y él suelta lo que suelta la gente cuando no le da tiempo a escribir el pie de foto. “Wow mirad qué pedazo de playa madre de Dios” y remata con un “podríamos terminar aquí el vídeo de Lanzarote”. No es un claim es un impulso. Ese “yo también” que se te mete en el cuerpo sin necesidad de folletos ni ferias ni moquetas
No exageremos ni hagamos trampas con las palabras. En su ruta canaria llega a decir que en otra isla ha pisado la mejor playa de su vida. Y es que. Lo importante para nosotros no es disputar medallas sino entender el mecanismo. Aquí en Lanzarote su asombro es limpio y espontáneo. Ahí fuera eso vale más que un anuncio. Si un creador con esa tracción mira Famara y se le escapa un “pedazo de playa” la pieza ya está vendida. Sin cuñas institucionales sin locuciones huecas y con humor de calle que baja defensas y abre reservas
Además el vídeo trabaja a favor de la tradición sin ponerse rancio. Deja hablar a la piedra a la lava a la carretera negra. Y es que cuando alguien “usa” la isla en vez de venderla la vuelve más deseable. El visitante joven decide con esas señales. Un plano limpio un giro de cámara un chiste que no molesta. Lo demás lo hace la imaginación del espectador que ya se ve bajando al túnel volcánico o estirando la toalla en la playa con ese cielo afilado que aquí tenemos por costumbre
Podríamos montar un comité para discutir si vale la pena ir a Boston a Toronto o a San Antonio y pegar carteles en inglés perfecto. O podríamos aceptar lo evidente. La feria está en el móvil y hoy la ha pagado él con su tiempo. Nosotros solo teníamos que estar guapos. Y se estaba guapo. Porque el vídeo recoge lo que somos cuando no pretendemos ser nada especial. Carreteras que muerden el paisaje mirador que te roba aire un golpe de sol que obliga a entornar los ojos y ese momento de Famara que cualquiera querría enmarcar. Además queda un regusto agradecido de cotidianidad canaria. No hay catecismo ni sermón turístico. Hay ganas de volver
Desde una mirada clásica uno podría añorar el tríptico bien impreso y la moqueta mullida de las grandes ferias. A mí también me han gustado siempre las cosas hechas como se han hecho toda la vida. Pero conviene reconocer que aquí el tríptico es un clip de veinte segundos y la moqueta es la barra de progreso. Y es que si el público confía en quien mira por la cámara el destino entra por los ojos y se queda en la cabeza. Así funciona. Así de simple. Así de útil
Moraleja de casa. Lanzarote funciona cuando se limita a existir con dignidad. Deja que la piedra hable que el viento haga de narrador y que un visitante con credenciales diga lo suyo sin impostar. La publicidad cara está bien para congresos. La buena es ésta. Te encuentra en el sofá te mueve una ceja y te lleva al buscador de vuelos casi sin darte cuenta. Hoy la mejor feria internacional del destino se llama YouTube y la entrada como el vídeo nos ha salido gratis
Finiquita la crónica pero deja el eco. “Pedazo de playa”. “Madre de Dios”. “Podríamos terminar aquí el vídeo”. A veces tres frases empujan más que tres presupuestos. Y sí además de bonito fue gratuito. Más tradicional que eso imposible