Oscuro presagio: el hueso flotante y el éxodo del rofe lanzaroteño
S.Calleja
El 18 de diciembre de 2018 en la zona de Los Peligros, un simplón —este que escribe— arrojó un hueso de cochino al aire, buscando una imagen chachi para Facebook. El hueso en cuestión, como ven, quedó suspendido sobre la cima de La Corona de manera poco original, casi como una señal del destino para poder escribir esto hoy, sábado caluroso en Lanzarote (y no les digo nada por tierras portuguesas, desde donde vivo). Del mismo modo en que el hueso se elevó del suelo para un breve vuelo, las enormes cantidades de material volcánico que parten ahora del puerto de Los Mármoles con destino a un establecimiento hotelero alemán abandonan la isla con aprobación oficial y aprecio financiero.
Los organismos encargados del Medio Ambiente y el SEPRONA observaron la situación, tomaron nota y, con perdón —cagándose en la madre que parió a alguien—, tuvieron que adoptar una postura neutral: la explotación de la cantera de Maciot cuenta con todos los permisos necesarios, y las leyes de Canarias, tan meticulosas en ciertos tipos de suelo, no incluyen protecciones específicas para este material, permitiendo así que el barco salga puntualmente como si nos robaran algo.
¿Qué piensa usted, amable lector? Con el presupuesto de la administración local repleto de impuestos turísticos y un equipo bien remunerado que firma cada informe con elegantes plumas Mont Blanc, ¿no sería posible destinar recursos para contratar a un experto legal capaz de elaborar una orden judicial que detenga esta extracción descontrolada? ¿O preferimos seguir vendiendo paisajes mientras encargamos presentaciones estúpidas y amnésicas sobre la “sostenibilidad” para el enriquecimiento de algún colega amigo?
Las leyes pueden ser legales —perdón por la babiecada—, pero su legitimidad se ve cuestionada. En 1983, César Manrique decoró el centro comercial La Vaguada, en Madrid, con roca volcánica y cascadas artificiales; la piedra viajó, el rofe viajó también, el oasis urbano impresionó y, décadas más tarde, una renovación lo desechó todo, provocando la indignación de la Fundación del artista, que denunció una “traición” sin lograr recuperar ni un solo gramo del material que provino de Lanzarote. Bueno, sí: en los baños donde la gente se desahoga de mil maneras podemos ver hoy la cara de César y fotos de Lanzarote.
Los números del saqueo hablan por sí solos: la densidad promedio del material volcánico es de aproximadamente 1.400 kg/m³; las 3.000 toneladas enviadas equivalen a unos 2.500 m³ de “rofito” negro. Dos barcos al mes representan 60.000 toneladas al año; en una década, 600.000 toneladas. Las canteras de Teseguite o Lomo Camacho, ya llenas y desgastadas, son prueba de esta explotación desmedida. «Veremos cosas, amigo Sancho, que harán hablar a las piedras», escribió Cervantes; y si en el tercer acto adaptado de Chéjov el hueso arrojado no impacta a nadie, será porque ya no quedan huesos por lanzar.
En este punto crítico solo nos queda una elección: dense prisa, mucha prisa; no valen reuniones ni comisiones, ni contratos entre clase política. ¡Hoy mismo, hoy! Piensen, porque en un mes o menos vendrá otro barco y se lo llevará… inventen algo.