Botellón, puñetazos y lejía: la otra cara de la playa capitalina
S.Calleja
Son las seis de la mañana, y el equipo de limpieza del ayuntamiento de Arrecife comienza su rutina: guantes, pinzas y la paciencia de los madrugadores borrando los rastros de la fiesta ajena. Todos los días, de lunes a domingo, la misma montaña de latas de cerveza, colillas, vasos desechables, vómito seco y orina en el jable.
Para los vecinos, no hay nada nuevo en esto: El Reducto amanece limpio simplemente porque alguien se esfuerza para que así sea. Sin embargo, la noche anterior dejó más que basura. Alrededor de las diez y veinte, un grupo de jóvenes acorraló a un hombre en la arena y lo atacó con saña. Puñetazos, patadas y, según múltiples testigos, un cuchillo con una hoja tan larga como el miedo que paralizó a los espectadores. El video ha circulado en redes desde entonces, pero para los locales solo es la confirmación en alta definición de lo que pasa cuando el alcohol se mezcla con la impunidad.
La ordenanza municipal prohíbe beber en espacios públicos, pero un paseo nocturno basta para comprobar que la norma yace en la misma arena donde descansan las botellas. Es tentador culpar al ayuntamiento, a la policía o a la falta de alumbrado, pero la responsabilidad primaria es de quienes confunden los espacios comunes con vertederos y rings de pelea.
La rutina no varía: llega la patrulla, la advertencia dispersa a la multitud, la policía se va y el ciclo recomienza al instante. Faltan sanciones contundentes, regul y una campaña firme que recuerde que la libertad termina donde empieza el espacio compartido. Sin eso, El Reducto seguirá siendo punto de botellones y broncas recurrentes.
La playa es bonia de día y escena de videojuego violento algunas noches. Hasta que no entendamos que la arena no es vertedero ni cuadrilátero, el amanecer seguirá oliendo a lejía y abandono. Vigilancia policial constante es necesaria, sí, pero sobre todo, falta conciencia cívica y multas gordas. Solo entonces los trabajadores empezarán su jornada barriendo arena en lugar de latas, y El Reducto volverá a ser, de día y de noche, el que promete el folleto.