Ástrid Pérez decapita oficialmente a Jacobo Medina, pero él asegura que seguirá en el PP
Foto . Ejecutiva PP
S. Calleja
El mar de fondo en el Partido Popular de Lanzarote ha pasado de ser una sutil marejada a una tormenta política de las que arrastran puertos enteros. La presidenta insular, Astrid Pérez, ha decidido que ya era hora de poner orden a su manera: cesando a Jacobo Medina como secretario general del partido y lo sustituye María Jesús Tovar . La purga, que comenzó con la expulsión de Medina de la Vicepresidencia del Cabildo, se ha completado ahora con un frío y telefónico "hasta aquí hemos llegado". Sin preámbulos, sin compasiones y sin esperar siquiera al Comité Ejecutivo donde se haría público.
Según nos ha confirmado el propio Jacobo Medina, la llamada se produjo a las "17:30 h". Un cese exprés que lleva el sello de la escuela más clásica del poder: la ejecución sin aviso y con la línea cortada al final de la conversación. Pero Medina, lejos de rendirse, ha dejado claro que seguirá en el PP, asumiendo su papel de hombre de partido, con o sin galones.
El escarmiento llega en un momento en el que la fractura interna del PP lanzaroteño es más evidente que nunca. Figuras importantes hoy del partido, como el alcalde de Arrecife, Yonathan de León, y la concejala de Turismo, Eli Merino, ya han dejado caer (en dias atrás) que el liderazgo de Pérez se parece más a un monólogo autoritario que a una dirección consensuada. Cuestionan su opacidad y el proceso con el que ha ejecutado la decapitación política de Medina. En pocas palabras: el PP de Lanzarote ya no es un partido, sino un campo de batalla.
La destitución de Medina¨como secretario general del PP en lanzarote no es solo un asunto interno. Su salida de la Vicepresidencia y la pérdida de las áreas de Planificación y Coordinación de proyectos revelan un mensaje claro: se ha convertido en un lastre para la presidenta. Ahora, relegado a Obras Públicas, Oficina Técnica y Parque Móvil, Medina está más cerca de gestionar rotondas y vados que de influir en las grandes decisiones del Cabildo y del partido.
Sin embargo, Jacobo Medina seguirá en política porque es, ante todo, "un hombre de partido". Le han despojado de sus galones, pero no de su militancia. En política, las heridas se cierran rápido o se convierten en un acta de defunción. Él parece decidido a lo primero.
Pero la verdadera pregunta es: ¿qué viene después? El cese de Medina supone una brecha profunda en el PP lanzaroteño, y todo apunta a que las facciones internas van a librar una batalla sin cuartel. En el trasfondo, los adversarios políticos toman nota y aguardan. Un partido dividido es un partido vulnerable, y los rivales de la derecha insular lo saben bien.
Con este movimiento, Ástrid Pérez se ha jugado el todo por el todo. Si su golpe de autoridad fracasa, el liderazgo del PP en la isla podría desmoronarse como un castillo de arena en plena pleamar. Pero si su maniobra resulta efectiva, habrá logrado lo que pocos han conseguido en la política insular: imponer su voluntad sin oposición interna. En cualquier caso, la tormenta apenas ha comenzado. Suerte María.