El sumiller sin nombre: un homenaje a Lanzarote en Madrid Fusión
Foto.Esta mañana Madrid Fusión.Sumiller anónimo
S.Calleja
Este hombre que ven en portada es un misterio, un ángel que apareció en medio del bullicio de Madrid Fusión y, sin saberlo, hizo una publicidad inimaginable para los vinos de Lanzarote. No llevaba etiqueta, ni cartel, ni siquiera un nombre que pudiera recordar. Pero su pasión, su elocuencia y su amor por los vinos de la isla volcánica dejaron una huella imborrable en todos los que tuvimos la suerte de escucharle.
En un evento como Madrid Fusión, donde las grandes marcas y las bodegas más prestigiosas compiten por captar la atención, este sumiller anónimo, al que con toda seguridad no contrató nadie de los nuestros, logró lo que muchos equipos de marketing sueñan: emocionar, conectar y transmitir autenticidad. Con unas simples palabras y una copa de vino blanco seco de la bodega El Grifo, nos llevó a Lanzarote, nos hizo sentir su tierra, su historia y su alma.
Entre berdejos, ruedas y gallegos, este hombre, probablemente de origen catalán por su acento, destacó con fervor un vino de Lanzarote. No era solo una cata, era una narración magistral. Hablaba de las viñas que crecen entre cenizas volcánicas, del viento que las acaricia y del sol que las madura. Con cada palabra, era como si nos invitara a pasear por los viñedos de la isla, a sentir el esfuerzo y la dedicación de quienes trabajan esa tierra única.
Y mientras escuchaba, no pude evitar pensar: ¿quién es este hombre? ¿Quién lo envió? ¿Fue el azar, el destino o simplemente la magia de Madrid Fusión lo que nos puso frente a frente? No lo sé, pero lo que sí sé es que su discurso fue más efectivo que cualquier campaña publicitaria. Porque no hablaba de ventas, hablaba de pasión. No hablaba de marcas, hablaba de historias. Y en un mundo donde todo parece medirse en cifras, eso es un regalo.
Así que, mientras sigo recorriendo los pasillos de Madrid Fusión, me quedo con la imagen de este sumiller anónimo, cuya foto les dejo aquí, pero cuyo nombre quizás sea lo de menos. Porque lo que realmente importa es lo que nos dejó: una conexión emocional con Lanzarote, con sus vinos y con la idea de que, a veces, las mejores cosas no se planifican, simplemente suceden.
Y es que, en el mundo del vino, como en la vida, hay encuentros que no se buscan, pero que te encuentran. Este hombre, con su voz y su pasión, nos recordó que detrás de cada copa hay una historia, una tierra, un alma. Y eso, querido lector, es lo que convierte un simple acto en una película que termina con el corazón emocionado y el espíritu inquieto por descubrir más.