miércoles, 11 diciembre 2024

PSOE de Lanzarote viaja a Sevilla para ser cómplice de posibles corruptos

S.Calleja

El 41º Congreso Federal del PSOE se celebrará este fin de semana en Sevilla, y promete ser una gran puesta en escena para proyectar unidad, diversidad y compromiso con el país. La narrativa oficial del congreso parece clara: la defensa de una "España cohesionada en la diversidad". Entre los nombres que figuran como ponentes está el de María Dolores Corujo, lideresa insular del PSOE en Lanzarote, que se ha ganado un lugar en el debate gracias a su firme defensa del equilibrio entre el desarrollo y la identidad de Canarias. Corujo será la representante que aportará la perspectiva canaria a la narrativa de la "España unida en la diversidad". Sin embargo, detrás de esta cuidada escenificación, hay un elefante en la sala que pocos parecen dispuestos a enfrentar: las sombras judiciales que se ciernen sobre figuras prominentes del partido.

En paralelo al discurso público del PSOE sobre la justicia social y la cohesión territorial, se ciernen investigaciones judiciales que involucran a miembros muy cercanos al presidente Pedro Sánchez. La realidad detrás del decorado está marcada por las crecientes acusaciones de corrupción que afectan a varios cargos públicos relevantes. Entre los investigados figuran la esposa del presidente, Begoña Gómez; su hermano, David Sánchez; el fiscal general Álvaro García Ortiz; y el exministro de Transportes y secretario de organización del partido, José Luis Ábalos. Las investigaciones judiciales que involucran a estos personajes no son rumores menores ni acusaciones sin fundamento; son 29 magistrados, 11 de ellos del Tribunal Supremo, quienes han respaldado las diligencias judiciales en curso. La situación es preocupante, ya que, mientras se pretende proyectar una imagen de integridad y cohesión territorial, el núcleo del poder socialista se enfrenta a acusaciones graves que afectan a su credibilidad.

La presencia de Corujo en el congreso busca reforzar la idea de que el PSOE es un partido comprometido con las comunidades autónomas, un partido que entiende las particularidades de cada territorio y que apuesta por una cohesión nacional que respete la diversidad. No obstante, esta narrativa suena a ironía cuando se contrasta con la realidad de los escándalos de corrupción que están golpeando al partido desde dentro. Mientras Corujo hable de la necesidad de un desarrollo sostenible y de la protección de la identidad canaria, otros miembros de la cúpula socialista estarán tratando de desviar la atención sobre las implicaciones judiciales que acechan a figuras clave del partido.

En Sevilla, se hablará de cohesión, de justicia social, de desarrollo sostenible y de progreso. Pero, ¿qué hay de la integridad política? Las investigaciones sobre Begoña Gómez, David Sánchez y otros altos cargos socialistas no son cuestiones menores. Están en juego la credibilidad y el compromiso del PSOE con la transparencia. En particular, el caso que involucra a Begoña Gómez, esposa del presidente Sánchez, ha sido respaldado por la Audiencia Provincial de Madrid, cuyos tres magistrados han dado luz verde para seguir adelante con las investigaciones. El PSOE, sin embargo, se ha mantenido en silencio o ha intentado restar importancia a estos hechos, centrándose en lo que llaman una "judiciocracia" impulsada por magistrados conservadores. Este intento de desviar el foco parece ser una estrategia para evitar enfrentar las preguntas difíciles sobre la ética y la transparencia del partido.

El discurso de unidad y cohesión territorial se tambalea cuando se enfrenta a la realidad de las tramas de corrupción que se investigan en el seno del partido. La apertura de una causa contra el fiscal general, Álvaro García Ortiz, por la supuesta filtración de un correo electrónico vinculado al caso del novio de Isabel Díaz Ayuso, es un ejemplo claro de cómo la narrativa oficial del PSOE choca con los hechos. El caso es especialmente problemático, ya que involucra una supuesta filtración que podría haber tenido repercusiones directas en la opinión pública y en la percepción de la honestidad del Gobierno. Aunque el PSOE ha intentado minimizar estas acusaciones, el daño a su imagen es difícil de reparar sin un cambio significativo en la actitud del partido hacia la transparencia y la rendición de cuentas.

Otro caso relevante es el del exministro José Luis Ábalos, quien fue una de las figuras más cercanas a Pedro Sánchez tanto en el partido como en el Gobierno. Ábalos, quien fue cesado sin explicaciones claras, está siendo investigado por supuestas comisiones ilegales que habrían ascendido a 650.000 euros. Las declaraciones del empresario Víctor de Aldama, quien afirmó haber pagado dichas comisiones, han comprometido seriamente al otrora número dos del PSOE. Lo preocupante es que las investigaciones no parecen detenerse aquí, y podría haber más dirigentes socialistas implicados, según las pruebas que afirma tener Aldama. La situación es alarmante, ya que no solo se trata de escándalos individuales, sino de un patrón que parece estar enraizado en el funcionamiento interno del partido.

Mientras tanto, la presencia de María Dolores Corujo y otros líderes territoriales en el congreso se utiliza para intentar proyectar una imagen positiva y comprometida con los valores del socialismo. Corujo hablará de sostenibilidad, de identidad y de desarrollo. Pero la realidad es que, mientras se desarrollan estos discursos, los titulares en los medios de comunicación estarán más pendientes de las investigaciones judiciales que rodean al PSOE. Las investigaciones contra figuras como Ábalos y García Ortiz, junto con las sospechas sobre el papel de Moncloa en posibles filtraciones, serán el verdadero telón de fondo del congreso. La pregunta es si el PSOE será capaz de abordar estas cuestiones con la transparencia que pregona o si continuará intentando encubrir lo que ya parece evidente.

El 41º Congreso del PSOE será, sin duda, una ocasión para que el partido refuerce sus mensajes sobre progreso, igualdad y cohesión. Pero el reto real es enfrentar el elefante en la sala. Los socialistas deberán demostrar que su compromiso con la transparencia no es solo una declaración vacía, sino una realidad que se aplica incluso cuando las investigaciones apuntan a los más altos niveles del poder. De lo contrario, el congreso de Sevilla se recordará no por sus discursos de unidad, sino por la oportunidad perdida de hacer frente a la corrupción dentro del partido y de renovar el compromiso con una política verdaderamente honesta y al servicio de la ciudadanía.

 

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