El uso peligroso del término 'xenófobo' por parte del PSOE
S. Calleja
En las recientes declaraciones de Cristina Duque, concejala del PSOE en Arrecife, hemos sido testigos de un intento descarado de desviar la atención y echar balones fuera sobre la crisis migratoria que afecta a Lanzarote. Duque ha criticado duramente al alcalde de Arrecife, Yonathan de León, y al Partido Popular (PP) por las condiciones de acogida de los menores migrantes, haciendo comparaciones favorables con el albergue de La Santa. Sin embargo, esta estrategia de señalar con el dedo es, en el mejor de los casos, un acto de hipocresía, y en el peor, un intento peligroso de desinformar a la ciudadanía.
Duque acusa al PP de actuar de manera contradictoria y de implementar medidas inadecuadas, como el uso de carpas en el muelle de Puerto Naos para la asistencia de menores migrantes. Ella señala que el PP ha adoptado un discurso xenófobo y alarmista, utilizando esto como base para sus críticas. Sin embargo, es crucial recordar que la responsabilidad de la gestión migratoria no recae únicamente en el ámbito municipal o autonómico, sino también en el gobierno central. En este sentido, el PSOE, bajo la dirección de Pedro Sánchez, no está exento de culpa.
El uso repetitivo y a menudo descontextualizado del término "xenófobo" por parte de Duque es una maniobra política peligrosa. La acusación de xenofobia no debe tomarse a la ligera, y su empleo constante puede desensibilizar al público y trivializar verdaderos actos de discriminación racial. La crítica hacia las medidas del PP podría ser válida si se realizara de manera constructiva, pero Duque parece más interesada en ganar puntos políticos que en ofrecer soluciones reales.
La eliminación del albergue de La Santa y su comparación con las carpas instaladas actualmente es otro ejemplo de cómo Duque desvía la responsabilidad. La realidad es que la gestión de la crisis migratoria requiere una cooperación interinstitucional y una planificación a largo plazo, algo que debería incluir tanto a los gobiernos locales como al nacional. En lugar de criticar y señalar las fallas ajenas, Duque y su partido deberían asumir su parte de responsabilidad y trabajar en conjunto para encontrar soluciones eficaces.
Por último, el concepto de libertad y respeto es fundamental en esta discusión. Cada individuo tiene derecho a sus propias ideas, creencias y preferencias, y este derecho debe ser respetado. Sin embargo, exigir que otros compartan estas ideas no es razonable ni justo. La verdadera libertad implica la capacidad de respetar y convivir con la diversidad de opiniones sin recurrir al insulto o al odio.