viernes, 26 abril 2024

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Premonición de una pandemia

 

Migdalia Machín, secretaria insular de Coalición Canaria en Lanzarote

 

 

En el 2015, Bill Gates, cofundador de Microsoft, dio una charla TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño, evento anual donde algunos de los pensadores y emprendedores más importantes del mundo imparten charlas inspiradoras), en Vancouver (Canadá) en la que explicaba que la gran amenaza de la humanidad era “una pandemia  causada por un virus altamente infeccioso que se propagaría rápidamente por todo el mundo”.

En ese momento, el mundo estaba bajo la amenaza de la epidemia del Ébola. Gates vaticinó que lo que está sucediendo con el COVID- 19, era algo previsible para lo que no estábamos preparados.

Hoy en día, el mundo intenta luchar para frenar la pandemia del coronavirus, un virus  que es un misterio en su forma de contagio pero que es inclemente en su ejecución y en su propagación.

Hace unos días, escribí un post en mis redes en el que comentaba que echaba en falta la coordinación de los líderes mundiales en las medidas a aplicar en los países. Cada país va aplicando sus normas de forma independiente sin establecerse unas políticas homogéneas para todos.

Me viene a la mente el sociólogo Bauman, que hace unos años afirmaba que “los líderes políticos sólo tienen soluciones locales frente a los problemas globales…”. Pues sí, ¿cómo es posible que con lo que está sucediendo que nuestros líderes no sean capaces de organizarse e implementar políticas comunes a nivel global? Además, por supuesto, de buscar una cooperación entre todos donde unos y otros podamos ayudarnos, por ejemplo, controlando la fabricación y  distribución mundial de materiales médicos.

El coronavirus ha irrumpido de forma  fulminante en nuestras vidas y, también, ha llegado para cambiar nuestro modo de ver las cosas. ¿Qué diferencia hay con otras situaciones que hayamos vivido? Pues que es una cuestión que llega a todas las personas. Da igual el país, la comunidad, la ciudad, el pueblo o el barrio porque nos afecta a todos.

En mayor o menor medida es una situación que estamos viviendo todos al mismo tiempo y, esta es, precisamente la diferencia. Hasta ahora, las situaciones que sucedían ocurrían de manera  aislada en los países; por ejemplo, una catástrofe natural, un conflicto bélico… Cuestiones preocupantes y que vives desde el desasosiego  de la distancia y, aunque tuviera la desgracia de que sucediera en tu país, siempre pensamos que nos ha tocado vivirlo de forma solitaria. La pandemia del COVID-19  va llegando poco a poco todos los países sin ningún tipo de contemplaciones.

Las situaciones extremas hacen que aflore la grandeza de la sociedad. La solidaridad la vemos estos días en cada rincón y es emocionante observar la involucración de la sociedad. Desde el apoyo diario a los sanitarios, cuerpo de seguridad, etc, hasta las personas que intenta aportar su granito de arena elaborando material médico o cediendo sus instalaciones. Lo que sea para contribuir a la crisis. Siempre afirmo que las individualidades son efímeras y lo que permanece es la unidad de colectividad.

El COVID-19 ha llegado para transformar todo nuestro sistema. Ahora toca aunar esfuerzos, ya habrá tiempo de analizar en profundidad los aciertos y errores. De lo que no cabe duda es de que todo lo que está sucediendo nos tiene que hacer reflexionar en todos los sentidos para mejorar y estar prevenidos en el futuro.

Arruinado y sin justicia

Artículo de Opinión.
Por José Ramón Vizcaíno.


¿Existe realmente justicia en este País?

¿Es justo que un pequeño empresario como el que suscribe se “vaya a la ruina” y pierda su patrimonio como consecuencia de la actuación negligente de un Abogado? Son las preguntas que se hace esta parte, toda vez que en la actualidad me encuentro en la “ruina” al haber perdido todo el patrimonio que conseguí, con mucho esfuerzo, a lo largo de mi vida laboral y ello, como consecuencia de la actuación negligente de un Abogado.

Así, es necesario poner de manifiesto que quien suscribe y en el año 2.005, entregó la correspondiente documentación a un Abogado ejerciente en Lanzarote al objeto de que interpusiera demanda frente al Ayuntamiento de Teguise en reclamación de cantidad por el impago de 14 facturas por un importe total de 188.500 euros, ya que esta parte y en la condición de constructor había realizado una serie de obras de reforma en inmuebles titularidad de dicha entidad municipal.

Sin embargo, por parte del Letrado, al cual le entregué dicha documentación y por tanto, contraté sus servicios para llevar a cabo la acción judicial de reclamación de cantidad, equivocó a la parte demandada habiendo interpuesto la referida acción judicial frente al Cabildo Insular de Lanzarote, con lo que hubo una desestimación de la demanda, por lo que no he podido cobrar la cantidad señalada.

Por todo ello quiero llamar la atención de los Abogados y Abogadas colegiadas en el Colegio de Abogados de Lanzarote y preguntarle si consideran que es de recibo la actuación negligente de ese compañero.

¡¡¡¡¡¡En definitiva, pido justicia de una vez por todas!!!!!!

 

 

Nayra Callero: "Arrecife, ciudad de suciedad, decadencia y tristeza"

Artículo de Opinión
Por Nayra Callero, Agrupación Socialista por Lanzarote:

 

A lo largo de la historia los vecinos de Arrecife, oriundos o residentes de larga temporada, hemos cuidado, mimado y protegido "el puerto" como si de nuestra propia casa se tratase.

No lo hemos hecho por capricho, obligación o imperativo legal. Ni siquiera por esto último, tan a la orden del día cuando se habla, chismorrea o informa en muy variopintos foros sobre la capital y el estado que presenta en la actualidad con la gestión política que hay detrás.

Hemos presumido siempre de nuestro Charco de San Ginés, del Reducto, de las inmensas posibilidades de una de las marinas más bonitas del mundo, al tiempo que hemos ocultado y/o disimulado esa cierta "vergüenza" que sentimos cuando nos preguntan o se habla sobre ella. Ojo, esa vergüenza de la que escribo no es un sentimiento, es una imposición... porque Arrecife es injusta con nosotros y nos obliga a lanzar lamentos cuando, en el fondo, lo que deberíamos compartir con los demás tendría que ser galanterías.

¿Cuántas veces hemos pasado de largo en visitas de familiares o amigo que no residen en nuestra isla para no dar explicaciones sobre nuestra capital?

Antes, podíamos al menos atravesar la Avenida Marítima y mostrarles el Parque Viejo, el Antiguo Parador, el edificio de la Delegación de Gobierno o nuestro Castillo de San Gabriel, veían a lo lejos la torre de la Iglesia de San Ginés y sin entrar en detalle, defendíamos la esencia de una zona con tantas posibilidades. 

Se nos ha privado hasta de eso, hasta de ofrecer a los que nos visitan una promesa de ciudad que no es ciudad y mucho menos capital tras haber sido víctima del descuido de los que hubiéramos debido mimarla como se merece.

Y si la zona centro decae como una vieja reina que no quiere abandonar su corona, los barrios agonizan sin sentir que forman parte de algo más grande... han crecido de espaldas al centro en una desconexión que nos lleva a pensar que no forman parte de un todo, lo que en definitiva nos lleva a pensar que Arrecife no es una urbe, a pesar de ser “la tercera capital de Canarias”.

Sólo hace falta visitar las “otras capitales” para darse cuenta de lo lejos que estamos si quiera de alcanzar ese futuro que todos queremos para Arrecife. Porque allá por donde transites, hay suciedad, decadencia y tristeza en una ciudad más propia de una sociedad poco desarrollada que del primer mundo.

 

Pero… ¿Qué digo?

Recuerdo cuando mis abuelas, y las vecinas salían a la calle a barrer o fregar las aceras, cuando a pesar de la pobreza Arrecife era una ciudad limpia. Lo que me hace reflexionar y sentir que seguimos siendo un pueblo de gente humilde, honesta, trabajadora... pero sobre todo paciente, muy paciente. Y es que somos los arrecifeños los que debemos luchar por mejorar e impulsar nuestra ciudad. Nuestro pueblo lo ha hecho siempre, toda la vida. Somos nosotros los que hemos defendido, generación tras generación, lo poquito que teníamos y que la ineficacia política nos lo ha ido arrebatando, consciente y paulatinamente, con el paso de los años.

Ahora, ¿qué nos queda de aquel pueblo, de aquel puerto que soñamos se convertiría algún día en una gran ciudad, no en tamaño, infraestructuras o servicios, sino por ser nuestra principal seña de identidad y orgullo y por crecer al ritmo de las necesidades de todos y cada uno de los que nos esforzamos cada día por disfrutar de lo que nos ofrece Arrecife?

 

Nada... o muy poco.

Llegados a este punto cabe una pequeña reflexión, ello porque debe quedar claro que no es Arrecife la que es injusta con nosotros, sino que son los que la gestionan, los que abanderan el progresismo atados a las siglas o idearios dentro de clanes familiares que buscan más su rédito personal que el bienestar de sus vecinos, los que nos han avocado irremediablemente a la situación que nos encontramos con un deterioro más que claro de la institución a la que representan y a la que no parecen respetar, y lo que es peor, los que la han hecho llegar a esa especie de apatía o desgana que nos hace permanecer impasibles a pesar de las circunstancias.

No, Arrecife no es una ciudad porque si los que se supone que deben gestionar la urbe, nos dan la espalda... ¿dónde está esa ciudad? ¿Cuántos sentimos que formamos parte de ella?

Sí, se acercan elecciones.

Es el momento de recuperar lo que es nuestro. Es momento de quejarnos. Es momento de reflexionar. Es momento de exigir justicia para Arrecife, sus barrios y su gente para posteriormente presumir, de una vez por todas, de la más que merecida y JUSTA denominación de "CIUDAD DE ARRECIFE".

 

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