Jason deCaires, Lanzarote y las guillotinas
Óscar Pérez Cabrera. Consejero del Grupo Nacionalista y ex consejero de Cultura del Cabildo de Lanzarote
Durante la etapa como alcalde de Londres de Boris Johnson, actual primer ministro del Reino Unido, el artista Jason deCaires Taylor fue invitado a participar en “Totally Thames”, un festival de arte que cada mes de septiembre transforma el Támesis en un espacio expositivo abierto a la ciudad. El creador respondió a la invitación colocando en el río, a su paso frente al edificio del Parlamento de Gran Bretaña, cuatro esculturas con un claro mensaje de carácter ecológico que durante el tiempo que duró la instalación recordó a los miembros de la Cámara Baja, esos que se reúnen periódicamente para mostrarle al mundo el enorme arsenal de improperios que puede manejar un británico, su responsabilidad en la toma de decisiones contra el desastre global del cambio climático. El artista generó una edición limitada de dos esculturas originales de cada jinete, y llamó a su obra “The Rising Tide” (La Marea Creciente). Cuatro de esas piezas únicas forman ahora el conjunto escultórico que desde hace tres años podemos observar en la costa aledaña al Museo Internacional de Arte Contemporáneo de Lanzarote, en el Castillo de San José, y que continúa transmitiendo desde Canarias el mensaje propuesto por deCaires.
La pasada semana, conocíamos a través de la prensa que el actual gobierno del Cabildo de Lanzarote se había reunido recientemente con Jason deCaires para advertirle de que la nueva corporación tiene la intención de romper el acuerdo de cesión gratuita de sus esculturas a la isla de Lanzarote, y que serán retiradas de forma inminente de su actual ubicación frente al MIAC. El motivo, según le explicó el nuevo jefe de la presidencia del cabildo al artista, es que el gobierno considera que su obra “daña la imagen de César”, en referencia al artista lanzaroteño César Manrique, creador del museo.
Ese titánico desatino fue malsonando por los medios de comunicación hasta que finalmente un portavoz del PSOE en el Cabildo trató de salir al paso indicando que, el deseo de retirar las piezas de arte se debe también (o más bien) a la intención de María Dolores Corujo, actual presidenta del Cabildo de Lanzarote, de erradicar de los Centros Turísticos y de “la obra de César Manrique” aquellos elementos que se añadieron bajo el mandato de Pedro San Ginés, anterior Presidente de la Isla, junto al que goberné como Consejero de Cultura en la pasada legislatura. Este ataque de sinceridad ha dejado estupefactos a los socialdemócratas de a pie, preguntándose seriamente en qué lado del espectro político se encuentran en realidad las personas que hoy por hoy dirigen el PSOE de la isla de Lanzarote.
Tras el rechazo que ha producido el anuncio de la retirada de las esculturas, en el nuevo grupo de gobierno ya deben de haber entendido que tienen un problema que no podrán solucionar poniendo una sonrisa de sandía frente a los flashes mientras esperan a que el alzheimer colectivo haga su trabajo, y es que ni un solo historiador del arte o conservador museístico del Cabildo o los CACT, tirará por la ventana su credibilidad profesional firmando un documento que les sirva a ellos, a los que gobiernan, para justificar técnicamente esta lamentable revancha política.
Por otro lado, los bulos que tratan de fundamentar este sinsentido se van intensificando. Se ha llegado a decir que la institución paga una anualidad a deCaires por “The Rising Tide”, o incluso que el documento que se firmó con el artista obliga al Cabildo a comprar las piezas pasado cierto periodo de tiempo. Por supuesto, todo esto es totalmente falso. El acuerdo entre Jason deCaires y el Cabildo comprende únicamente los siguientes parámetros:
El artista ha cedido su obra al Cabildo por diez años, debiendo permanecer instalada en el lugar acordado previamente con el autor hasta 2026. Jason deCaires ni recibió, ni recibirá en el futuro ningún pago del Cabildo de Lanzarote por esta cesión, pero mantiene, como cualquier autor, los derechos de propiedad intelectual sobre su obra y la posibilidad de venderla pasados diez años, en cuyo caso el Cabildo percibirá el 20% de la venta. Se habla de que este proyecto le supuso un gran desembolso a los Centros Turísticos, pero lo cierto es que los gastos fueron de 15.000€ en concepto de logística, producción e instalación de las piezas. Es cierto que se llegó a barajar la posibilidad de adquirir la obra por 200.000€, cuyo valor de mercado se encuentra en la actualidad entre los 600.000€ y los 800.000€ según tasadores independientes, pero la idea se desestimó y finalmente se optó por la primera de las dos opciones, la cesión.
Probablemente llegarán más y peores bulos para tratar de desviar nuestra atención del verdadero problema que evidencia este caso, y que no es otro que el hecho de que para el nuevo Cabildo la revancha parece estar por encima de todo. No debemos permitir que se guillotine por sistema el trabajo que se venía desarrollando en nuestras islas sólo porque fue idea de “los otros”, en realidad no nos lo podemos permitir, pero viendo como ruedan semana tras semana las cabezas cortadas de proyectos realmente válidos y provechosos para los que aquí vivimos, tengo la sensación de que Lanzarote ha estado gobernada en los últimos tres meses por la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas.