Coalición y Nueva Canarias, ahora más que nunca, hay que hablar…
Por responsabilidad con esta tierra. Porque Canarias no será la misma ni tendrá la gente de estas islas quién la defienda si las fuerzas canarias, en vez de mirar con altura y visión de futuro, siguen enfrascadas en una división y hasta un enfrentamiento que sólo las llevan, antes o después, a tener cada vez menos influencia.
Se ha dicho y escrito mucho sobre las causas de la escisión de Coalición Canara, que, hace más de una década, dio lugar al nacimiento de Nueva Canarias. De poco va a servir buscar nuevas excusas o sentirse cargados de razones contra la otra fuerza política, como no sea para aprender de los errores -que los ha habido, y por parte de todos- y acabar de una vez con esta especie de círculo vicioso.
Además, 16 años después de esa separación, el tablero político se ha mantenido, para estas dos opciones, prácticamente inalterado: una Nueva Canarias fuerte en Gran Canaria, donde CC ha venido representando muy poco en este tiempo, a la vez que -excluida La Gomera, que ése es ‘otro cantar’ mientras Casimiro esté por allí- en las restantes islas mantiene Coalición una posición sólida, que camina paralela a la muy limitada o nula presencia de NC en ellas.
En la secreta -e inútil- esperanza de crecer a costa de la otra opción, se han ido bandeando las sucesivas convocatorias electorales. ‘El día después’ a cada uno de esos procesos, teniendo en cuenta que nos movemos en un sistema electoral ‘en dos tiempos’ (el de los electores, primero, y, a continuación, el de los pactos, que la experiencia ha demostrado con demasiada frecuencia más decisivo que aquél, el del ejercicio de la soberanía popular), las correlaciones de fuerzas, el cálculo partidista, la mayor o menor sintonía entre líderes, muy a menudo las cuentas pendientes en las relaciones ‘cuerpo a cuerpo’, cualquier otra circunstancia o la suma de varias van dando lugar a escenarios de lo más cambiante e imprevisible.
… Como que CC se haya mantenido durante seis legislaturas y media al frente del Gobierno de Canarias y de buena parte de Cabildos y Ayuntamientos; que NC haya alcanzado un escaño en el Congreso y otro en el Senado gracias a un acuerdo electoral con el Partido Socialista en la pasada legislatura; que, con un resultado no especialmente satisfactorio en las últimas elecciones autonómicas, se haya colocado este partido en la Vicepresidencia y una Consejería decisiva en el Gobierno de Canarias; que ‘feudos’ históricos de NC como Santa Lucía y Telde hayan pasado a manos de CC; que en Fuerteventura haya sido clave Nueva Canarias para mandar a Coalición a la oposición en el Cabildo, en Puerto del Rosario y -si nade lo remedia, y parece que no- en Tuineje, a la vez que se gobierna conjuntamente -y estoy convencido que con magníficos resultados a la vista para sus respectivas poblaciones- en municipios de la importancia de La Oliva, Pájara y Antigua, ‘pulmones’ turísticos de esta isla…
¿Alguien lo puede explicar? Porque, desde luego, no hay quién lo entienda. Y, mientras tanto, ‘engordando cochino ajeno’. Es decir, regalando un poder que otras opciones ni tenían ni soñaban. Cainismo del más puro estilo.
Unos datos superficiales pueden resultar reveladores: sumados al magnífico resultado que obtuvo CC al Congreso por las islas occidentales, unas candidaturas conjuntas hubieran supuesto en las recientes elecciones del 28 de abril un escaño más por las orientales, lo que colocaría al nacionalismo canario con tres representantes en la Cámara Baja, y, seguro, algunos Senadores y Senadoras que reforzaran el papel de Fernando Clavijo en esa institución, caja de resonancia muy útil para los intereses generales de Canarias y creada, en teoría, para representar y defender a los territorios, lo que se convierte en vital para este archipiélago alejado y siempre tratado con distante desigualdad. De parecida forma, la simple suma de escaños obtenidos al Parlamento de Canarias en mayo pasado, sin añadir el ‘premio’ que el electorado suele dar a la unidad, situaría a estas dos fuerzas igualando el magnífico resultado que su ‘ola’ dio a los socialistas.
Con tres Diputadas y Diputados, un grupo potente en el Senado y una presencia más fuerte en las instituciones canarias, ‘otro gallo cantaría’ a esta tierra. ¿O alguien puede creer que hubieran sido posibles avances como el Ref, el Estatuto, los Planes de Empleo, Infraestructura Educativas, Carreteras u Obras Hidráulicas, el abaratamiento del transporte en el interior y entre islas o con la península, entre otros logros que han reducido la tremenda distancia que separa a Canarias de la media del Estado, mejorando el bienestar de la gente de aquí, si no hubiera resultado decisivo y se hubiera prestado el apoyo de las fuerzas políticas canarias a la gobernabilidad del Estado?
Es, por tanto, un asunto de responsabilidad. O sea, de demostrar que el interés de los más de dos millones de canarias y canarios está por encima del regate en corto, del cálculo a corto plazo.
En estos primeros momentos de Gobierno canario presidido por un socialista, estamos asistiendo a una potente escenificación de ‘fuerza ante Madrid’. Se puede asegurar que ese empeño no ocuparía un minuto, una reunión ni un viaje del Presidente si, en primer lugar, no hubieran estado los partidos nacionalistas para conseguir esa financiación que, ahora, trata el Gobierno entrante de salvar porque nos la quiere quitar el Gobierno central. Pero, además, se examina este partido estatal de ‘defensa de Canarias’. Porque no ha sido nunca su seña de identidad y porque saben sus dirigentes que esa apariencia de pulso durará lo que tarde en molestar a sus jefes en Madrid y se ordene a Don Ángel Víctor desde Ferraz que no dé más lata, que tienen en La Moncloa otros calderos al fuego que, como es tradición, consideran más importantes que el empleo, la educación o las carreteras canarias.
Pueden venir unas nuevas elecciones generales en, apenas, un par de meses. Con la falta de altura política que están demostrando quienes tienen que evitar este bochorno, formar gobierno y ponerse a gestionar lo público (en un momento especialmente complicado, con retos a la vuelta de la esquina como el enfriamiento de la economía, las consecuencias de un Brexit fuera de control o la sentencia de Cataluña), parece que sólo una gran sorpresa de última hora podría evitar esa vuelta a las urnas. Un escenario que, por otra parte, dejaría el panorama en una situación bastante similar a la actual, lo que obligaría nuevamente a los mismos a sentarse, con mucha más desconfianza entre ellos, y alcanzar idéntico o muy parecido acuerdo.
Sea cual sea el desenlace de este complicado momento, les vaya como les vaya a los gobiernos de las instituciones que inician la legislatura (ojalá que muy bien, por interés de todos), Coalición y Nueva Canarias no pueden, no deben seguir perdiendo tempo y energías de muchos magníficos cuadros con los que cuentan ambas organizaciones en una distancia que se agranda, nos debilita como fuerzas políticas y, con eso, ‘apaga’ unas voces que necesita Canarias y que se ha demostrado que han resultado decisivas.
Para que no quede en el capítulo de las buenas intenciones, se presenta esa oportunidad inmediata: la posible convocatoria de unas nuevas elecciones generales. Sentarse ya a dialogar candidaturas conjuntas puede ser la mejor fórmula para acercar posturas, que ‘el roce hace (o devuelve, que lo hubo) el cariño’, dejar a un lado viejas rencillas que siempre existen, reunir fuerzas e ilusionar a un electorado que sigue confiando en los partidos canarios, obtener un muy buen resultado, si finalmente se convocaran y, en definitiva, ir avanzando en unidad de acción, como están demostrando con éxito tantos compañeras y compañeros en aquellas instituciones donde compartimos tareas de gobierno y como luchan a diario, en la calle, tantas y tantos militantes, que son el mayor capital de estas organizaciones.
Ojalá sean un sincero impulso en esa dirección las palabras de Roman Rodríguez, hace apenas unos días, a la salida de un contacto de los responsables de Nueva Canarias con el Alcalde y líder de Alternativa Local por Antigua, Matías Peña (que siempre ha defendido y trabajado por ‘la necesaria confluencia de las fuerzas nacionalistas’). Decía Roman: ‘debemos, y es nuestra responsabilidad, hacer todo lo posible por lograr unir el nacionalismo en el archipiélago canario’. Más claro, imposible. Que se note…
Y no lo lo olvidemos: el ‘enemigo’ de Coalición Canaria no es Nueva Canarias. Ni al revés. Al contrario, el acercamiento, tan inteligente y cuidadoso como decidido, entre ambas formaciones sólo trae buenos resultados para las Islas. Y estas Islas y su gente son nuestra única razón de ser como fuerzas políticas.