Despedida de la Alcaldía de Eva de Anta
Vecinas y vecinos, concejalas y concejales de la Corporación, celebramos hoy el último Pleno de este mandato antes de que el próximo sábado tome posesión la nueva corporación que regirá los destinos de Arrecife durante los próximos cuatro años. Es, por tanto, un día de despedidas en el que la mayor parte de quienes hoy celebramos este Pleno decimos un adiós que, si no es definitivo, durará al menos cuatro años pues la nueva corporación experimentará una importante renovación. Considero adecuado, por tanto, ceder la palabra a quienes deseen hacer uso de la misma para despedirse.
Quienes han estado en la vida pública suelen decir que no hay mayor honor que ser alcalde o alcaldesa de la ciudad en la que se ha nacido. Yo les diría que no es cierto, que hay un honor que es como mínimo tan grande como ese: ser alcaldesa de la ciudad en la que has decidido vivir, de la que te sientes parte y en la que te han recibido como una ciudadana más.
Hoy quiero reconocer ante ustedes ese sentimiento. Estos años me han permitido disfrutar del honor de ser alcaldesa de Arrecife y estoy convencida de que por muchas vueltas que aún pueda dar mi vida, no experimentaré un honor tan grande como el que he disfrutado durante los años en que me ha correspondido ocupar esta responsabilidad.
Quisiera compartir con ustedes una reflexión al respecto que no por obvia no deja de tener su interés: me voy siendo alcaldesa pero llegué sin serlo. Y es que no se nace alcaldesa. No te preparan para ser alcaldesa. Asumes un reto que obliga a decisiones de las que eres la última y definitiva responsable. Tanto si las adoptas en solitario como si las consensúas con tu grupo o con el propio pleno, al final la decisión es tuya y tuya es la responsabilidad.
Por eso, porque sé de la carga que supone ocupar este lugar central en el Pleno, le deseo toda la suerte del mundo a quien, a partir del próximo sábado, tenga el honor y el privilegio de ocupe este lugar. Pero tengo que reconocer, también, que esos momentos duros han sido los menos y que han venido acompañados de multitud de ocasiones en las que he podido sentir la satisfacción de comprobar que mi vocación de servicio público tenía, y tiene, sentido. Sacar adelante decisiones que suponen un beneficio para la gente de Arrecife es una sensación maravillosa que me gustaría ser capaz de compartir. Nada hay más peligroso, tanto en el ámbito político como en el funcionarial, que ignorar en la gestión de lo público que cada uno de los expedientes que pasan por nuestras manos encierran una historia.
Cada vez que cumplimentamos un trámite, desde que se inicia el expediente hasta llegar a la última firma, estamos contribuyendo a que una familia reciba una ayuda, a que un pequeño comerciante pueda reformar su establecimiento, a que una asociación reciba una subvención o a que se arreglen las canchas de un colegio. Esa es, precisamente, la parte más apasionante de la labor que hemos desempeñado como miembros de esta corporación, en mi caso como alcaldesa, y con nuestros aciertos y nuestros errores hemos contribuido a hacer de esta ciudad un lugar un poquito mejor aunque no tanto como yo hubiera querido. En ocasiones por mis propios errores, en ocasiones por no ser capaz de encontrar la colaboración necesaria. Pero no. No es tiempo ahora ni de balances ni de reproches.
Es el momento del agradecimiento por estos años e, indudablemente, también el de las disculpas por aquellas ocasiones en las que no he podido o no he sabido actuar con la premura y claridad necesarias en algunos de los asuntos que requirieron mi intervención. Soy consciente de que haber intentado actuar siempre con responsabilidad, honradez y transparencia no supone una garantía de éxito ni un seguro contra los errores que seguro he cometido durante estos años. Sí. Es el momento de los agradecimientos y no puedo dejar de referirme al personal de esta casa y recordar que constituyen un colectivo en el que es mayoritaria la gente trabajadora, capaz y leal a la institución y que siempre me ha brindado su apoyo.
Igualmente, en esa nómina de agradecimientos debo incluir a quienes me han acompañado en mi grupo de gobierno. No ha sido fácil. Salimos de esta etapa con algunos rasguños pero espero que el tiempo nos permita encontrar espacios ya libres de la tensión de gestionar una ciudad como Arrecife para renovar complicidades y deshacer malos entendidos. No quiero dejar de agradecer al resto de grupos su colaboración. No sólo por las veces que han considerado adecuado respaldar algunas de nuestras propuestas sino también por la crítica que, seguro, en algunos casos pudo ser más acertada de lo que me hubiera gustado. Créanme, hay pocas palabras tan hermosas como «gracias». Agradecer no solo es justo sino que supone, en cierta medida, revivir los momentos que justifican ese agradecimiento.
Por eso, esta intervención que no puede dejar de estar teñida de cierta melancolía, la recordaré siempre como una de las más placenteras pues me ha obligado a recordar todos los motivos que me hacen sentir orgullosa, satisfecha y, sobre todo, agradecida. Por último, me van a perdonar una pequeña quiebra del protocolo y los usos democráticos. Aunque habrá que esperar hasta el próximo sábado, en el que será otra la corporación que así lo decida, quisiera por un momento considerar que nuestra compañera concejala Astrid Pérez ya ha sido elegida alcaldesa.
No voy a estar ese día por lo que les ruego me permitan dedicarle mis últimas palabras. Astrid, alcaldesa, te deseo lo mejor. Deseo que seas capaz de ganarte el apoyo de este Pleno con más éxito que el que yo tuve. Deseo sinceramente que no sólo mis compañeros socialistas, sino la totalidad del Pleno, te brinden el apoyo y la ayuda necesarios para que Arrecife recupere el tiempo perdido durante demasiados mandatos. Deseo que encuentres la ayuda del Cabildo de Lanzarote y del Gobierno de Canarias, que durante demasiado tiempo han ignorado a esta ciudad. Te deseo, sinceramente, el mayor de los éxitos en tu tarea por el bien de Arrecife y sus gentes. Y ahora sí, ahora me despido.
Gracias a todas y a todos, mucha suerte y hasta siempre.
Eva de Anta