lunes, 21 abril 2025

Ángel sobre Timanfaya, pero sin milagros ni soluciones

S.Calleja

A esta hora del lunes, con la Semana Santa ya pasada y el turismo recogiendo maletas, el balance en Timanfaya vuelve a ser el de siempre: colas interminables, gestión nula y excusas recicladas. En ninguno de los grandes destinos turísticos gestionados con seriedad en España —ni siquiera en la concurrida Alhambra de Granada— se han visto los atascos y el desorden que se han vivido aquí, en Lanzarote, durante estos días. Solo aquí se convierte la visita a un Parque Nacional en una gymkana bajo el sol.

¿Y los responsables? Todos quietos. Todos mirando al SEPRONA.

La estrategia política ha sido clara: convertir al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil en el nuevo villano del relato. Un relato que, por cierto, tiene antecedentes muy claros: fue el propio SEPRONA quien denunció en 2023 a los Centros de Arte, Cultura y Turismo (CACT) por incumplir el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional de Timanfaya, que fija un máximo de 90 coches y 9 guaguas en la zona protegida. Hasta esa denuncia, esos límites eran papel mojado. Desde entonces, empezaron a cumplirse. No por convicción, sino por obligación.

Así que, claro, había herida. Y esta Semana Santa, el responsable político de los CACT, Ángel Vázquez, decidió abrirla otra vez en canal. En vez de reconocer que no se han puesto en marcha ni las lanzaderas prometidas por el PSOE ni la central de reservas online anunciada por el PP, prefirió levantar el dedo acusador hacia el SEPRONA. Lo hizo en medios, y lo ha reforzado con una serie de movimientos internos que ya corren por los pasillos institucionales.

La gota que colma el vaso es un escrito interno emitido por la directora de Control de los CACT,  en el que se intenta presentar una imagen distorsionada de lo sucedido en la carretera de acceso a Timanfaya. En dicho documento —al que ha tenido acceso ElPejeVerde.com— se da a entender que fue el SEPRONA quien “impuso” restricciones al tráfico, y se advierte al personal del centro de que, si el cuerpo vuelve y formula denuncia, se levantarán actas con alegaciones justificativas. Incluso se desliza la intención de eximir a determinados cargos de responsabilidad, a pesar de aparecer en denuncias anteriores.

Lo más llamativo —y preocupante— es el fragmento donde se dice textualmente: “no podemos poner ningún elemento en la carretera como vallas, señales, etc.”, reconociendo que esta competencia corresponde a Tráfico. Pero antes de eso, el caos ya estaba montado. ¿Y qué hace el político ante ese desorden? Acusar. A cualquiera. Incluso, si hace falta, a quien se limita a hacer cumplir la ley.

Y mientras todo esto pasa, lo importante sigue sin hacerse: no hay lanzaderas, no hay control digital de entradas, no hay planificación. Lo que sí hay es colapso, frustración, desinformación, y una clase política capaz de echarle la culpa al último que quede de pie con uniforme.

El SEPRONA no está al servicio de ningún partido. Tampoco al de ninguna rabieta. Está al servicio de la ley. Y eso, por lo que se ve, en Timanfaya estorba.

 

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