domingo, 13 abril 2025

¿Qué falló? El sistema de alertas no detectó la tromba que sí cayó

Foto. Elpejeverde.com. Calle Tinguafaya , en el municipio de Arrecife, hoy

S. Calleja

A veces, incluso el cielo se salta el protocolo. Hoy fue uno de esos días en los que Lanzarote almorzó pasada por agua y con cara de sorpresa. Lo curioso —y lo preocupante— es que la sorpresa no ha sido solo nuestra. También lo ha sido para quienes, desde despachos climatológicos y consorcios de seguridad, tienen como oficio anticiparse al caos. Y sin embargo, la tromba de agua cayó sin invitación y sin previo aviso certero, dejando tras de sí calles anegadas, sótanos ahogados y más de un café convertido en pecera en tan solo dos horas.

 

En Tahiche, Costa Teguise y Teseguite, la lluvia cayó con tal contundencia que ni los tramos horarios de prealerta parecían dar cuenta de lo que pasaba. En apenas una hora, 36 litros por metro cuadrado en Teseguite —y 62,4 en Playa de Las Cucharas— transformaron el paisaje, en la calle Tenderete de Arrecife 60 litros: barrancos secos durante meses resucitaron como ríos, la red de alcantarillado se rindió sin pelear en la capital, y muchos coches quedaron atascados, literalmente, en su propia rutina , un caos.

 

Arrecife esta tarde

El Consorcio de Seguridad y Emergencias de Lanzarote hizo lo que pudo: salió al paso pidiendo precaución, aconsejando evitar desplazamientos innecesarios y recordando —una vez más— las normas básicas para no acabar nadando en el salón. Pero la pregunta es inevitable: ¿qué falló?

Porque estamos acostumbrados a que nos alerten por lluvias menores, a que se nos suspenda el colegio por una nube gris y a que el WhatsApp arda de comunicados ante cualquier amenaza climática. Y no es una crítica, ojo, es un reflejo de nuestra cultura meteorológicamente hipervigilada. Sin embargo, hoy no hubo tal cosa. Ni avisos de alta intensidad ni modelos predictivos que captaran los núcleos tormentosos que se formaron al oeste de la isla y que, luego, desembarcaron con fuerza sobre tierra.

 

 

 

La borrasca Olivier pasó de largo en los mapas, pero no en las azoteas. Afectó principalmente al noreste —Teguise, Haría, parte de Tinajo y Yaiza— donde se volvió a ver correr agua por los barrancos . En Arrecife, algunas calles se convirtieron en canales improvisados. Varias cafeterías cerraron a media mañana porque los clientes no sabían si pedir un cortado o un chaleco salvavidas. Sótanos, garajes y almacenes terminaron convertidos en piscinas insalubres, y los vídeos grabados en la capital y el campo corrieron como pólvora por las redes sociales.

Calle Juán Negrín , Arrecife hoy

¿Es posible que nos hayamos relajado? ¿Que las herramientas de predicción no estuvieran afinadas? ¿O es que la lluvia en Canarias se está volviendo tan errática que ni los expertos pueden ya anticiparla con rigor? Desde el Consorcio recomiendan revisar azoteas, evitar acampar en barrancos y no usar el ascensor. Buenos consejos, sí, pero insuficientes cuando la lluvia no llama a la puerta, sino que la derriba.

 

 


Con el susto aún reciente y el agua todavía escurriendo por los alcorques, el parte oficial señala que, al menos hasta mañana por la mañana, puede volver a llover. Pero sin certezas absolutas. Porque hoy, ni la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), ni el CECOES 1-1-2, ni nadie, vio venir este desaguisado acuático.

Quizá convendría afinar los modelos. O, tal vez, reconocer que el cielo ya no entiende de patrones.

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