La isla visible: Lanzarote se convierte en rostro urbano en Madrid, Lisboa y más allá
Foto. Elpejeverde.com. Madrid ayer.
S. Calleja
Frente a la Castellana, en pleno centro de Madrid, el edificio de El Corte Inglés en Nuevos Ministerios se alza como una vitrina de tendencias. Pero esta primavera, no solo se ven telas y cortes. Lo que atrapa la mirada es un cartel inmenso con tres figuras reconocibles: Jon Kortajarena, Candice Swanepoel y Alessandra Ambrosio, envueltos en luz volcánica. Detrás, una montaña de tonos rojos y negros, probablemente Montaña Bermeja, en el municipio de Tinajo desde Las Betancoras, cerca de La Santa. En la esquina inferior, con letras claras, se lee: Jon Kortajarena de Emidio Tucci, Candice Swanepoel de Tintoretto, Alessandra Ambrosio de Woman Limited. Lanzarote, marzo 2025. La escena no es solo una campaña de moda. Es un homenaje involuntario —pero muy efectivo— a la isla.
La acción forma parte de la campaña “Ya es primavera”, una apuesta visual de El Corte Inglés que esta vez ha encontrado en Lanzarote un escenario que no necesita artificios. La lava solidificada, el viento , los perfiles áridos y una luz que parece pintada con pincel seco se convierten en el mejor decorado posible para presentar ropa ligera, elegante y moderna. El mismo cartel se ha instalado también en Lisboa, en el Corte Inglês de la Avenida António Augusto de Aguiar, con la misma potencia visual: Lanzarote como telón de fondo para una primavera global. No es casualidad. Lanzarote tiene algo que no se fabrica.
La campaña ha sido recibida con entusiasmo por los profesionales del sector turístico en la isla. Sin invertir un solo euro en promoción institucional, Lanzarote ha logrado aparecer en escaparates de alto impacto en dos capitales clave: Madrid , Barcelona, Sevilla , Valencia o Lisboa. Y lo hace asociada a una imagen de sofisticación, exclusividad y belleza natural. No es la postal de playas masificadas ni el cliché del sol eterno. Es la versión más profunda, silenciosa y cautivadora de la isla: la de los roques solitarios, los caminos de ceniza y el horizonte de fuego dormido.
Las imágenes de la campaña fueron tomadas en parajes reconocibles y respetados. Los Hervideros, el Charco de los Clicos, la zona de Timanfaya o la costa de La Santa no son solo fondos. Son símbolos de una manera de estar en el mundo. Y los modelos no posan tanto como caminan, se detienen, se enfrentan al paisaje con ropa ligera y rostros concentrados. El resultado es una fusión entre moda y territorio que habla más de Lanzarote que muchas campañas oficiales.
La campaña tiene además un valor simbólico. Jon Kortajarena, uno de los rostros masculinos más reconocidos del mundo de la moda, ha expresado en muchas ocasiones su amor por Lanzarote. En entrevistas y redes sociales, ha mostrado su casa en la isla, su rutina entre volcanes, su vínculo con el mar. Su participación en esta acción publicitaria refuerza la autenticidad del mensaje. No se trata de usar Lanzarote como fondo exótico, sino de celebrar un lugar real, habitado, vivido.
Corte Inglés, Lisboa hoy.
En el contexto actual, donde el turismo lucha por reinventarse sin perder su alma, campañas como esta funcionan como una brújula. No todo es gasto público, ferias masivas ni slogans diseñados en despachos. A veces, basta una buena imagen, un nombre conocido y un lugar con verdad. Como decía David Ogilvy, uno de los padres de la publicidad moderna: “Si no puedes ser interesante, sé breve. Pero si puedes ser interesante, no dejes nunca de recordárselo al mundo”. Lanzarote no necesita exagerar. Solo necesita mostrarse como es.
Más allá de las cifras, hay una reflexión que debe quedar. Cuando se habla de promocionar un destino, no todo pasa por las instituciones. Hay oportunidades que aparecen de forma inesperada y que conviene abrazar. Esta campaña no ha costado nada a los lanzaroteños. No ha pasado por concursos ni asesorías. No ha venido firmada por gabinetes de comunicación. Pero ha conseguido lo que muchas campañas oficiales no logran: emocionar.
Lisboa
En tiempos donde la identidad se vende empaquetada, donde el turismo tiende a copiarse a sí mismo, ver a Lanzarote vestida de primavera, convertida en escenario de una historia silenciosa, es un alivio. Hay formas de decir sin gritar. Y hay lugares, como Lanzarote, que cuanto menos se retocan, más resplandecen.