lunes, 31 marzo 2025

"La muerte no es el final": el último adiós al Pater Santiago, alma noble del Ejército

Foto. Pater Santiago

Sergio Calleja

 

Esta mañana recibí la noticia de su fallecimiento a través de mi madre, y ambos nos sorprendimos. A pesar de su edad, su presencia seguía siendo una constante, una figura entrañable que parecía eterna en la vida de muchos. Hoy despedimos a un sacerdote que dedicó su vida a la fe, al servicio y a los demás. El Pater Santiago Esteban Hernando ha fallecido a los 72 años, dejando una huella imborrable en todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerlo. Para muchos, entre ellos mi familia, fue más que un sacerdote: fue un hermano, un amigo y un guía en los momentos más importantes de nuestras vidas. Nos casó, enterró a nuestros seres queridos y, sobre todo, siempre estuvo cuando lo necesitamos.

Nacido en Burgos en julio de 1952, desde muy joven sintió la vocación religiosa y se ordenó sacerdote tras estudiar teología en el seminario. Su destino quedó ligado al Ejército en los años 80, cuando ingresó como párroco castrense y fue destinado como teniente al Batallón de Lanzarote. Desde entonces, su vida estuvo marcada por el estrecho vínculo con las islas, especialmente Lanzarote, donde residió en las casas militares de San Francisco Javier. Su labor pastoral lo llevó a servir en parroquias como San Ginés y Dolores, siempre dispuesto a suplir allí donde se le necesitara.

Pero su labor no se limitó a España. Fue enviado a Bosnia y Kosovo, donde desempeñó su misión entre militares y civiles de diversas creencias. Allí, su humanidad y su capacidad de acercamiento traspasaron barreras religiosas y culturales. En las Islas Canarias, donde pasó la mayor parte de su carrera, estuvo destinado en Fuerteventura con la Legión y en Tenerife con el Regimiento de Artillería de Los Rodeos. Su última etapa profesional la vivió en Gran Canaria, atendiendo a todas las unidades del Ejército de Tierra en La Isleta. Se retiró en 2014 con el grado de coronel castrense, pero su vocación de servicio no terminó ahí. Desde entonces, continuó su labor social en la Orden de San Juan de Dios en Tenerife, ayudando a enfermos y discapacitados.

El Pater Santiago siempre mostró un profundo respeto y cariño por las Fuerzas Armadas, y era admirado por su entrega y sentido del humor. Su cercanía y disponibilidad absoluta lo convirtieron en una persona imprescindible para quienes lo conocieron. Recuerdo su presencia en la iglesia de San Ginés, en el entierro de mi padre, el coronel Calleja, sus palabras llenas de consuelo y el respeto con el que siempre trató a los suyos. Supo estar a la altura, como otros familiares y amigos que nunca fallaron en los momentos difíciles.

Su legado no solo queda en el Ejército, sino también en la Guardia Civil de Canarias y Lanzarote, donde se le recordará por su colaboración y mutuo respeto con la Benemérita. Su compromiso con quienes servían a España trascendía cuerpos y uniformes, demostrando que su misión era acompañar, consolar y fortalecer a quienes le rodeaban.

Hoy, mientras lo despedimos, resuenan las palabras de "La muerte no es el final", el himno que tantas veces acompañó a los que, como él, dieron su vida al servicio de los demás:

"Cuando la pena nos alcanza por un hermano perdido, cuando el adiós dolorido busca en la fe su esperanza..."

También suena en nuestra memoria el himno de la Guardia Civil, cuyos versos representan el mismo espíritu de entrega que encarnó el Pater Santiago:

"Vivir por ella, morir por ella, su gloria es la mayor recompensa."

Y también el Credo Legionario, que sin duda él hizo suyo:

"El espíritu de compañerismo: con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos."

Allá donde estés, Pater, saluda a los que te acompañaron y a quienes ayudaste en vida. Abraza a mi padre de nuestra parte. Que sigas guiando con tu luz y tu bondad a quienes hoy lamentamos tu pérdida.

 

PD. El Pater será enterrado en Burgos.

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