sábado, 22 marzo 2025

"La política no se hace en Instagram": médicos y Gobierno, hartos del show de Yone Caraballo

Foto. Consejera de Sanidad, Esther Monzón este viernes pasado respondiendo al parlamentario Caraballo

S.Calleja

En Lanzarote, si no hay psiquiatra en la foto, parece que no hay salud mental. Al menos, eso es lo que uno entiende tras escuchar a Yone Caraballo, de Nueva Canarias, convertir una demanda sanitaria en su enésima performance parlamentaria. Con la misma soltura con la que sube vídeos a Instagram, reclamó ante la consejera de Sanidad una subunidad de psiquiatría en las urgencias del Molina Orosa, porque —según él— hay un espacio «muerto de risa» que bien podría servir. Y así, entre titubeos y frases deshilachadas, dejó claro que cuando falta argumento, sobran likes.

Pero el problema de Caraballo no es solo su oratoria de madrugada, sino su empeño en pedir lo que los números desmienten. Según explicó sin despeinarse la consejera Esther Monzón, «en el año 24, el número total de interconsulta de urgencia psiquiatría fue de 1085, lo que supone una media de 2,97 pacientes diarios». Y aquí viene la clave: para esas cifras, ya hay un psiquiatra de guardia. Uno presencial de lunes a viernes, de 8 a 15 horas. Y fuera de ese horario, guardia localizada para atender cualquier urgencia real. Vamos, lo que cualquier modelo sanitario razonable aplicaría en una isla de 150.000 habitantes sin una demanda desbordante.

¿Que sería ideal tener una unidad específica? Claro. Como también lo sería tener neurocirugía a pie de playa y transplantes exprés en el centro de salud de Tinajo. Pero como bien recordó Monzón, «no podemos tener todas las especialidades las 24 horas». Y menos aún cuando falta personal hasta para cubrir lo básico y la demanda no lo justifica.

Lo curioso es que, frente a esa explicación lógica y respaldada por datos, Caraballo prefirió tirar por el camino del espectáculo. Primero en la comisión, soltando frases que parecen más pensadas para un reel que para un diario de sesiones, y después, dándole cuerda al ruido en redes sociales. De hecho, la propia consejera dejó constancia de que «a raíz de algunos mensajes difundidos por usted en redes sociales, los profesionales sanitarios de Lanzarote se han sentido ofendidos y heridos». Porque sí, mientras Yone agita el avispero virtual, hay médicos que cargan con la presión real.

 

 

 

Lo que queda al final es una escena repetida: un político más preocupado por el eco digital que por la gestión seria. Y una población que observa cómo los debates sobre su salud acaban reducidos a vídeos y frases de efecto, mientras los problemas siguen igual. Lanzarote, esa isla donde los proyectos prometidos envejecen antes de estrenarse, y donde los debates sanitarios se miden por visualizaciones.

Mientras tanto, con tres pacientes al día en psiquiatría de urgencias, profesionales cumpliendo su turno, y una guardia perfectamente organizada, lo que realmente sobra no es una subunidad, sino la teatralidad. Quizás lo que más urge aquí no es reforzar psiquiatría, sino pedir mesura. Aunque, claro, eso no da tantos seguidores.

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