miércoles, 22 enero 2025

El populismo turístico de Caraballo: mucho ruido, pocas soluciones

S.Calleja

“Que les aproveche el viajito a los madriles”, escribe Yone Caraballo, parlamentario de Nueva Canarias, en una crítica que, además de ser populista, es profundamente incoherente. Según él, la promoción turística en ferias como FITUR no es necesaria porque Lanzarote ya recibe más de cuatro millones de turistas al año. También propone un sistema peculiar: que quien quiera venir a la isla “pida hora”. ¿Qué significa eso exactamente? ¿Un filtro selectivo de visitantes? ¿Pedigrí turístico?

La reflexión de Caraballo parece una mezcla de demagogia y memoria selectiva. Durante los años en que su partido gobernó Canarias, no dejaron de asistir a estas mismas ferias que hoy critica. Es más, su gobierno reforzó la promoción internacional del archipiélago, entendiendo que estas plataformas son fundamentales para garantizar que lleguen visitantes de calidad, conscientes y respetuosos con el entorno. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Si seguimos el planteamiento de Caraballo, ¿cómo se definiría quién puede visitar Lanzarote? ¿Solo turistas con suficiente “concienciación”? ¿Los rubios sí y los morenos no? ¿Los ricos que puedan gastar más o los pobres que puedan consumir menos? Su propuesta de “turismo controlado” suena bien como eslogan, pero en la práctica plantea un dilema inquietante y discriminatorio. ¿Negamos el derecho a visitar la isla a quienes no encajen en un perfil idealizado?

Por otro lado, cuestionar la utilidad de FITUR demuestra un desconocimiento preocupante de cómo funciona el mercado turístico. Lanzarote no compite en solitario; lo hace contra otros destinos que también luchan por atraer visitantes responsables y con mayor poder adquisitivo. Las ferias internacionales no son simples escaparates, son puntos de encuentro estratégicos donde se cierran acuerdos, se identifican tendencias y se asegura la sostenibilidad económica del destino.

Es irónico que Caraballo hable de “contar turistas y construir hoteles” como si este modelo fuera responsabilidad exclusiva de otros. Su partido, cuando gobernó, no solo permitió ese crecimiento, sino que lo promovió. ¿Dónde estaban las propuestas de turismo sostenible entonces? Criticar desde la comodidad de la oposición y el teclado de un ordenador es fácil. Gobernar con coherencia y soluciones, no tanto.

Lanzarote, con su exclusividad y belleza, merece un debate serio sobre su futuro turístico, no una cadena de ocurrencias populistas en redes sociales. Si queremos garantizar su sostenibilidad, necesitamos promoción inteligente, políticas claras y una gestión responsable que valore el equilibrio entre economía y medio ambiente. Lo demás, como las palabras de Caraballo, es ruido vacío.

 

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