miércoles, 08 enero 2025

El miedo del PSOE a Puigdemont: la llave que paraliza la reforma migratoria para Canarias

S.Calleja

Desde los albores de nuestra democracia, las instituciones han sabido bailar al son de las urgencias, pero, ¿qué ocurre cuando el miedo paraliza? El PSOE, autoproclamado defensor de la solidaridad, se encuentra ahora encadenado al temor de un fracaso político frente a Puigdemont y su partido, Junts. ¿Por qué no se atreve a aprobar hoy mismo un decreto que resuelva la crisis migratoria? Porque la posibilidad de fracasar en el intento pesa más que la urgencia de actuar. La cuestión invita a reflexionar: ¿es el politiqueo una forma cobarde de eludir la responsabilidad?

 Al igual que en las novelas galdosianas, donde las pasiones humanas guían los destinos de sus personajes, el PSOE parece atrapado en una maraña de intereses y temores. Por un lado, acusa al Partido Popular (PP) de insolidaridad; por otro, se escuda en los vetos cruzados y en la presión de Junts, quien bloquea una reforma integral de la Ley de Extranjería. Este bloqueo, disfrazado de estrategia política, responde al miedo de Junts a perder terreno frente a Alianza Catalana, una formación aún más extrema que amenaza con desplazarles en el panorama político.

El Gobierno de Pedro Sánchez, que ha recurrido a decretos-ley para implementar medidas como la reforma laboral o la derogación del "voto rogado", se muestra paradójicamente pasivo en esta ocasión. Mientras tanto, la diputada socialista María Dolores Corujo, con la retórica propia de un personaje cervantino, denuncia la falta de compromiso del PP: "La insolidaridad del PP no solo perjudica a Canarias, sino que también traiciona al pueblo valenciano y a otras comunidades". Pero sus palabras chocan con la inacción de su propio partido, que parece más preocupado por mantener su equilibrio político que por asumir el reto ético que representa la inmigración.

 Si el PSOE considera tan urgente la reforma, ¿por qué no utiliza hoy mismo la vía del decreto-ley?  ¿Cómo justificar la inacción cuando otros decretos han sorteado bloqueos políticos en el pasado?  ¿Es justo utilizar el drama humano de la inmigración como herramienta de desgaste político?

 Tal como Cervantes retrató en "El Quijote" los espejismos que deslumbran a los hombres, también la política española parece presa de ilusiones y temores. Canarias no puede seguir siendo la tierra de nadie en esta cruzada de intereses partidistas. Si el Gobierno quiere demostrar verdadera altura de miras, debe actuar con determinación y valentía. La reforma de la Ley de Extranjería no es solo un gesto de solidaridad, es una obligación moral. Instar al uso inmediato del decreto-ley es una vía para desbloquear una situación que, de lo contrario, perpetuará la desconfianza ciudadana en sus instituciones. Es hora de que el Gobierno deje de culpar a otros y asuma su responsabilidad.

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