La nostalgia hídrica de Ecologistas en Acción: un regreso imposible a los años 50
FOTO.Montaña de Tamia/ elpejeverde.com
S.Calleja
El siglo XXI plantea retos ineludibles, y entre ellos, garantizar el acceso al agua en islas como Lanzarote. En este contexto, Ecologistas en Acción parece haber encontrado una máquina del tiempo para retroceder a los años 50 con una propuesta que, más que sostenible, roza el absurdo: rehabilitar sistemas tradicionales como gavias y aljibes. Bajo la bandera de la sostenibilidad, se presenta un catálogo de ocurrencias que ignora tanto la realidad demográfica y económica de la isla como la necesidad de soluciones modernas para problemas actuales.
Foto elpejeverde.com.Aljibe La Corona
Durante décadas, la escasez de agua en Lanzarote marcó la vida de sus habitantes. Dependían de las lluvias, que llenaban aljibes y gavias en un precario equilibrio. Esa Lanzarote quedó atrás con la llegada de las desaladoras, que transformaron la isla y permitieron superar la dependencia climática. Gracias a ellas, la población y el turismo han crecido exponencialmente. Según el Plan Hidrológico de Lanzarote, más de 156,000 personas habitan la isla, y el turismo consume hasta tres veces más agua por persona que los residentes. Este desarrollo tiene un coste, por supuesto, pero ¿de verdad alguien puede imaginar a esta Lanzarote regresando a los baldes y las cisternas?
Entre las propuestas, una de las más pintorescas es explotar un supuesto acuífero en el Parque Nacional de Timanfaya. Los ecologistas lo mencionan como si se tratara de un pozo mágico que espera ser destapado. Sin embargo, la idea se estrella contra dos muros: el legal y el técnico. Timanfaya es un parque nacional protegido por normativas estrictas que impedirían cualquier perforación. Y aunque el acuífero existiera, el mismo sector que lo propone sería el primero en bloquear cualquier intento de explotación. El argumento es tan inverosímil que roza lo cómico: un guiño más a quienes parecen vivir en una Lanzarote imaginaria.
Foto.Elpejeverde.com. Los Valles.
Es cierto que las desaladoras tienen un impacto ambiental, pero proponer su eliminación como solución sostenible es una contradicción en sí misma. Las alternativas planteadas —aljibes, gavias, nateros— son incapaces de abastecer a una isla que ha crecido tanto en población como en actividad económica. El fetichismo por la sostenibilidad parece más un recurso para justificar subvenciones que un esfuerzo real por mejorar la gestión hídrica. Mientras se denuncian las desaladoras por emitir CO2, se ignora que la falta de agua conduciría a un colapso económico y social. El futuro requiere mejoras, no regresos nostálgicos.
El agua es un recurso limitado, pero no inalcanzable. La declaración de emergencia hídrica en Lanzarote, criticada por Ecologistas en Acción, señala problemas reales: pérdidas de más del 60% en la red de distribución, un consumo turístico desmedido y una gestión insuficiente. Sin embargo, negar la necesidad de infraestructuras modernas es igual de irresponsable. La sostenibilidad debe combinar avances tecnológicos con soluciones prácticas. Los retos hídricos de Lanzarote no se solucionarán volviendo a los camellos cargando agua. La pregunta que debemos responder no es si miramos al pasado o al futuro, sino cómo construimos una gestión hídrica eficiente para los próximos años.