Grupo Lancelot y El Pejeverde: guardianes de la memoria audiovisual de Lanzarote
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En tiempos donde la generosidad es una rareza y la memoria se disuelve como humo en el aire, el Grupo Lancelot ha dado un golpe sobre la mesa: la donación del archivo completo de Archipiélago TV al Cabildo de Lanzarote. No es solo un gesto de cortesía o una palmadita en la espalda, sino una apuesta seria por preservar aquello que somos, lo que fuimos y, quién sabe, lo que seremos. Es casi una jugada de ajedrez, donde los peones son los recuerdos de una isla que supo grabarse a sí misma, sin complejos ni disfraces.
Entre 2001 y 2009, Archipiélago TV fue más que un canal. Era un ojo curioso, casi indiscreto, que veía la Lanzarote cotidiana y que, entre imagen e imagen, construía un relato. Desde fiestas populares hasta debates encendidos, el canal tejía una narrativa de la vida en esta tierra volcánica. Ahora, gracias a la cesión del Grupo Lancelot, ese legado audiovisual podrá revivirse en cada hogar que lo desee a través de la Memoria Digital del Cabildo.
La generosidad tiene muchos padres, y este archivo tiene sus propios progenitores. La historia no empieza ni termina en Archipiélago TV; hay que recordar, y es justo reconocerlo, que el programa El Pejeverde y sus integrantes, heredaron por contrato este archivo y aportaron todo este material al grupo por la generosidad de este con el progragama.
Así que, cuando Javier Betancort, gerente de Corporación Lanzaroteña de Medios, dice que esta donación gratuita es "un paso más en el compromiso del grupo con la preservación de la memoria histórica y cultural de la isla", uno entiende que no son palabras huecas. Es un movimiento que solidifica a Lancelot como un verdadero custodio de la historia, no de oídas, sino de vividas, de grabadas, de capturadas.
Además, esta jugada no es un solitario. Ahí están, en la misma fila, los archivos de Lanzarote TV y Canal L, el fondo del legendario corresponsal de TVE en la isla, Ángel Hernández, y otros tantos recuerdos en bruto que, sin la colaboración de esta empresa, podrían haber caído en el olvido. Es la sociedad entera la que se ve beneficiada; es un regalo con empaque de sencillez, pero que lleva consigo el peso de lo imborrable, lo genuino, aquello que ni siquiera el tiempo puede desgastar.
Y allí estaba Ascensión Toledo, la consejera de un Centro de Datos que ahora es un poco más rico, valorando en su justa medida este tesoro. Porque en estos tiempos, donde todo se consume y nada se atesora, este archivo es casi un relicario, una especie de arca que no recoge animales sino memorias enjauladas en cintas y discos. Gracias al Grupo Lancelot y a la colaboración del equipo de El Pejeverde, este archivo no quedará en el olvido ni dormirá en el fondo de un cajón; vivirá, renovado, como testigo de lo que algún día fue Lanzarote y sus gentes.