Turistas desconcertados: ¿somos bienvenidos en Lanzarote?
Pj
Este domingo, las calles de Puerto del Carmen, uno de los epicentros turísticos de Lanzarote, fueron el escenario de una manifestación que, a ojos de muchos turistas que paseaban por la zona, debió resultar desconcertante. Los visitantes, ajenos a los complejos debates insulares, se encontraron con pancartas y consignas que parecían sugerir que su presencia no era bienvenida. "Lanzarote no se vende" o "Su negocio, nuestra ruina" eran algunos de los mensajes que se alzaron ante la mirada de quienes, probablemente, jamás imaginaron que el turismo, motor de la economía insular, podría ser visto como un enemigo.
La manifestación no pasó desapercibida, pero no solo por el contenido de las pancartas o el tono de los lemas. La participación de ciertas fuerzas políticas, como el PSOE, junto a la Fundación César Manrique, dejó en evidencia que lo que a primera vista parecía una reivindicación ciudadana espontánea, se enmarcaba, una vez más, dentro de un contexto politizado. No es la primera vez que estas movilizaciones parecen estar más dirigidas por agendas partidistas que por auténticas preocupaciones sociales.
El reclamo de un cambio en el modelo turístico es ya un viejo conocido en los discursos de algunos sectores. Sin embargo, es inevitable preguntarse: ¿qué es lo que realmente se busca? ¿Un verdadero debate sobre el futuro de Lanzarote o una plataforma para hacer ruido político? Lo curioso es que muchas de las medidas que estos grupos reclaman ya han sido objeto de discusión y regulación, lo que refuerza la idea de que estas protestas buscan más capitalizar el malestar que proponer soluciones concretas.
La paradoja de esta protesta es que, mientras se grita contra el turismo, se olvida que sin él, la realidad económica de Lanzarote sería muy distinta. Un detalle que, por lo visto, no resulta conveniente recordar en una manifestación que, como tantas otras, sigue alimentando una narrativa sin matices y con mucho de política.