viernes, 18 octubre 2024

Con la tubería rota: PSOE Lanzarote quiere volver a un Inalsa que dejó secas las arcas y la distribución

S.Calleja

 

En Lanzarote, la crisis del agua no es sólo un asunto de tuberías y grifos, sino un espejo que refleja las fracturas y las paradojas de una gestión política que, a menudo, parece tan seca y agrietada como la tierra que intenta servir. Esta situación, descrita en términos casi apocalípticos por María Dolores Corujo, la secretaría insular del PSOE y Diputada en el Congreso, revela una isla a la deriva en un mar de incompetencia administrativa y desesperación pública.

Corujo no ha escatimado en críticas hacia Domingo Cejas, el consejero del Consorcio del Agua de Coalición Canaria, y su gestión, que ella describe como catastrófica. La isla, con su delicado equilibrio ecológico y su dependencia del turismo y la agricultura, no puede permitirse el lujo de la ineficiencia en algo tan fundamental como el suministro de agua. Sin embargo, las acciones del gobierno local parecen estar más alineadas con las preocupaciones de corto plazo y los intereses empresariales que con las necesidades vitales de la población y el respeto por el medio.

 

Es en este contexto donde el PSOE ha vuelto a plantear la idea de renacionalizar la gestión del agua. Corujo insiste en que el agua es un bien público indispensable y un derecho humano que debe estar protegido por políticas responsables y alejado de los caprichos del mercado. Sin embargo, la propuesta lleva consigo el fantasma del pasado fracaso de Inalsa, una empresa pública que bajo la dirección del mismo PSOE y del PIL se vio sumida en escándalos de corrupción y mala gestión, lo que eventualmente llevó a su privatización.

Este giro hacia la gestión pública podría interpretarse como un intento noble de corregir errores pasados ​​y realinear la gestión del agua con el bien común. Pero, no es menos cierto que este movimiento podría percibirse como un juego político, un intento de redimir fallas pasadas mediante promesas de un futuro utópico que la historia reciente sugiere ser escépticos en recibir con optimismo.

La crítica de Corujo a la administración actual por favorecer los intereses empresariales sobre los de la ciudadanía también parece envuelta en una ironía difícil de ignorar. Uno no puede evitar preguntarse si este llamado a la acción por parte del PSOE es en realidad una estrategia para desviar la atención de su propio legado problemático o si, al contrario, refleja un aprendizaje y una genuina preocupación por el futuro de Lanzarote.

 

 

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