sábado, 28 septiembre 2024

La gestión del agua no se arregla con nostalgia ni populismo

S.Calleja

El PSOE de Lanzarote ha vuelto a poner sobre la mesa la idea de rescatar la gestión pública del agua. Según su nota de prensa, la solución a los problemas actuales pasa por deshacerse de la concesionaria Canal Gestión y volver a un modelo público, defendido con el entusiasmo de quien parece haber olvidado la historia reciente de la isla. Y ahí radica el peligro: en la amnesia selectiva y en las promesas populistas que hoy se esgrimen como salvación, pero que ayer ya demostraron ser un fracaso.

INALSA: el hundimiento de un modelo corrupto

Hablemos de hechos. Cuando el agua en Lanzarote estaba en manos de INALSA, la empresa pública que gestionaba este recurso vital, lo que vivimos fue un auténtico descalabro. Durante los años en que estuvo bajo el control del PSOE y del PIL, INALSA acumuló un déficit devastador que arruinó las arcas insulares y dejó un legado que aún pesa sobre los habitantes de la isla. No fueron solo problemas administrativos o ineficiencias operativas. Fue algo mucho más grave: una gestión marcada por la corrupción, el despilfarro y la incompetencia.

La idea de que el agua es un bien público y, por lo tanto, debe ser gestionada por el sector público puede sonar justa y moralmente correcta. Pero cuando esa gestión se convierte en un pozo sin fondo de deuda y desfalcos, como ocurrió con INALSA, el argumento se desploma. La realidad es tozuda y no entiende de nostalgias. Y la realidad nos dice que volver a ese modelo sería un error garrafal.

Canal Gestión: imperfecto, pero no el culpable

Reconozcamos que Canal Gestión, la empresa que actualmente gestiona el agua en Lanzarote, no ha estado a la altura de las expectativas. Los cortes de suministro y las deficiencias en las infraestructuras son problemas graves que requieren atención urgente. Sin embargo, atribuirle todos los males a esta concesionaria es ignorar el contexto y simplificar un problema mucho más complejo.

El PSOE, que gobernó la isla durante cuatro años con Canal Gestión al frente de la gestión del agua, no hizo entonces ninguna petición para revertir la privatización. No hubo, en aquel momento, ningún clamor por rescatar el servicio para la administración pública. Es ahora, cuando están fuera del poder, cuando de repente resurgen las críticas y las promesas de una vuelta al control público. ¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado, aparte de las siglas en el gobierno? Lo que parece claro es que lo que mueve esta propuesta no es la preocupación por el agua, sino una estrategia para debilitar al gobierno actual.

El espejismo del modelo público: ¿otra vez el mismo error?

La propuesta del PSOE es un espejismo. Prometen que la gestión pública será más justa, más eficiente y más transparente. Pero olvidan que esa misma promesa ya se hizo en el pasado, y el resultado fue un desastre. Bajo la gestión pública de INALSA, el agua no se gestionaba de manera más equitativa ni más transparente. Todo lo contrario. El caos administrativo y financiero que dejó esa etapa aún resuena en la memoria de quienes lo vivieron. ¿Queremos realmente volver a repetir esa experiencia?

No hay garantías de que un retorno al modelo público de gestión del agua sea más eficiente o más sostenible. Lo que sí hay son pruebas claras de que, en el pasado, ese modelo fracasó rotundamente. La cuestión no es si el agua debe ser gestionada como un bien público, sino si tenemos los medios y la capacidad para hacerlo de manera eficiente y sin caer nuevamente en los errores del pasado. Y hasta ahora, no parece que el PSOE esté ofreciendo soluciones reales, más allá de eslóganes vacíos y promesas populistas.

Una propuesta que huele a oportunismo

El agua en Lanzarote es un bien escaso y estratégico, y merece ser gestionada con seriedad y rigor. El PSOE, en lugar de aprovecharse de la frustración ciudadana para lanzar promesas nostálgicas, debería estar buscando soluciones prácticas para mejorar el servicio actual. En lugar de eso, optan por el camino fácil: ofrecer un regreso a un modelo que ya fracasó y que, de aplicarse de nuevo, probablemente nos llevaría al mismo desastre financiero que vivimos con INALSA.

Concluyamos con una pregunta: ¿es serio plantearse volver a los desfalcos, a la corrupción y al caos administrativo de INALSA? La respuesta, para quienes conocemos la historia reciente de Lanzarote, es un rotundo no.

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