La hipocresía socialista al desnudo: Zapatero se refugia en Lanzarote tras legitimar una dictadura
Foto. Famara 4 de agosto de 2024. EFE
Sergio Calleja
Hay veces que la realidad supera con creces la ficción más oscura. Que un expresidente de un país democrático se convierta en el cómplice perfecto de una dictadura sangrienta es uno de esos momentos. José Luis Rodríguez Zapatero, el mismo que antaño se llenaba la boca hablando de libertad, honestidad y derechos humanos, hoy se ha convertido en un peón útil para el régimen de Nicolás Maduro. No, esto no es una película de terror, aunque bien podría serlo. Es la cruda realidad que nos lleva de Madrid a Caracas, pasando por las playas soleadas de nuestra Lanzarote, Zapatero se oculta como un cobarde que evita enfrentar la realidad, rodeado por una corte de aduladores tan carentes de vergüenza como él.
El 3 de agosto, mientras España entera intentaba digerir los últimos desmanes del régimen venezolano, Zapatero aterrizaba en Lanzarote, su refugio habitual, como quien se esconde después de cometer un crimen. Y es que, ¿qué otro nombre podemos darle a su papel en las fraudulentas elecciones venezolanas? Con su silencio cómplice, ha validado una farsa electoral, ha blanqueado un proceso corrupto y ha traicionado no solo a los venezolanos que sufren bajo la dictadura de Maduro, sino a todos aquellos que alguna vez creyeron en su discurso democrático. Pero, claro, eso parece importarle poco al expresidente socialista, que prefiere el sol y la tranquilidad de Lanzarote antes que enfrentar la realidad de su complicidad.
Lo más indignante es que, mientras Zapatero se relaja en nuestra isla canaria, una legión de socialistas insensatos y serviles sigue dorándole la píldora. Le pelotean como si fuera un héroe, un salvador, cuando en realidad es uno de los villanos en esta oscura trama que ha condenado a millones de venezolanos a la miseria y la represión. Estos socialistas, que parecen haber olvidado el significado de la palabra "dignidad", no dudan en alabar a Zapatero por su "trabajo" en Venezuela. ¿Trabajo? Lo único que ha hecho es legitimar un régimen tiránico y corrupto, y lo ha hecho con una sonrisa en la cara y la conciencia bien tranquila, si es que todavía le queda algo de eso.
Es francamente asqueroso ver cómo el Gobierno actual, con Pedro Sánchez a la cabeza, sigue respaldando a Zapatero. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, tuvo la desfachatez esta mañana en el Senado de declarar que el Ejecutivo "aprecia y valora" la labor del expresidente en Venezuela. ¿Qué hay que apreciar en un hombre que ha vendido su alma por un puñado de favores políticos? ¿Qué hay que valorar en un individuo que ha traicionado los principios democráticos para apoyar a un dictador? Es un insulto a la inteligencia y a la decencia de cualquier persona con un mínimo de integridad.
Mientras Zapatero se pasea por Lanzarote como si nada, la comunidad internacional, junto con gran parte de la izquierda y de la derecha en Iberoamérica, no ha dudado en condenar el fraude electoral en Venezuela. Desde Brasil y Chile hasta Argentina, pasando por Uruguay, los líderes han criticado la desvergüenza de Maduro al proclamarse presidente sin serlo. Pero Zapatero, junto a otros siniestros personajes como el presidente de Nicaragua y el régimen cubano, sigue defendiendo lo indefendible. Para estos, las trampas son aceptables siempre que vengan de la izquierda, y eso es algo que ningún demócrata debería tolerar.
Imaginemos por un momento que, en lugar de Zapatero, fuera un expresidente de derechas quien estuviera apoyando una dictadura de derecha en América Latina. Lanzarote estaría abarrotada de manifestantes, la Casa de Famara asediada por la indignación popular. Pero como se trata de un socialista, como se trata de Zapatero, el silencio es ensordecedor. Los mismos que se llenan la boca defendiendo a los oprimidos, callan ahora cuando la opresión viene de los suyos. Es una muestra más de la hipocresía que corroe a gran parte de la izquierda española.
Es un auténtico despropósito que Zapatero pueda pasearse por Lanzarote sin que se le caiga la cara de vergüenza. ¿Qué clase de país somos si permitimos que alguien así siga representándonos, aunque sea solo por asociación? El sufrimiento de los venezolanos parece no tener importancia para él, ni para los que lo rodean. Pero los canarios y no canarios , que han vivido de cerca la tragedia de Venezuela, deberían levantar la voz contra este desvergonzado, que se permite el lujo de disfrutar de nuestra tierra mientras apoya la destrucción de otra.