La transformación turística de Playa Honda desplaza a sus vecinos de toda la vida
PJ
San Bartolomé, uno de los municipios más emblemáticos de Lanzarote, está en el epicentro de un creciente malestar vecinal. En Playa Honda, una de sus localidades más populosas, las quejas se han convertido en un coro unísono que reclama mejoras urgentes en la calidad de vida. Pablo Yebra, portavoz del Comité Local de Nueva Canarias-Bloque Canarista (NC-bc), ha puesto voz a estas demandas, describiendo un panorama preocupante que exige atención inmediata.
Yebra no escatima en palabras para describir el calvario diario que viven los vecinos de Playa Honda. La proximidad al aeropuerto César Manrique, que inicialmente fue vista como una ventaja, ahora se percibe como una fuente inagotable de problemas. "Existen estudios científicos que evidencian que vivir cerca de un aeropuerto aumenta el riesgo de hipertensión, diabetes y demencia", señala Yebra, subrayando que las partículas ultrafinas emitidas por los motores de los aviones caen directamente sobre la localidad.
La situación se agrava con el paso de la autovía LZ-2, que se desvía hacia la zona industrial. Este flujo constante de tráfico no solo genera atascos y contaminación, sino que también afecta la salud de los residentes. “Está demostrada la relación causa-efecto entre la arteriosclerosis y la exposición a las partículas sólidas más pequeñas emitidas principalmente por los motores de los coches”, afirma Yebra. Además, destaca que la LZ-2 es la vía con más densidad de tráfico de la isla, lo que implica un impacto directo en una localidad de apenas 10,000 habitantes.
El cambio en el uso de las viviendas también está en el centro de las preocupaciones de los vecinos. La errática planificación urbanística ha transformado Playa Honda de una zona residencial a un imán turístico. Este fenómeno ha provocado el aumento del alquiler vacacional, desplazando a los residentes de larga duración y alterando la identidad de la comunidad. "Las viviendas vacacionales se extienden por toda Playa Honda, los pequeños comercios cierran para dar cabida a negocios adaptados al turismo", lamenta Yebra, añadiendo que esta situación desvirtúa la esencia de una localidad que alguna vez ofreció un refugio tranquilo para las familias.
A estas problemáticas se suman deficiencias en la movilidad urbana, la falta de sombras y espacios recreativos, inseguridad, problemas con la recogida de residuos y la contaminación marina derivada de vertidos de aguas fecales. "Playa Honda necesita un plan específico que proyecte su futuro a una década", sentencia Yebra, demandando una compensación en forma de mejores servicios públicos por las múltiples externalidades negativas que soportan los vecinos.
El grito de auxilio de Playa Honda resuena con fuerza, y es un recordatorio urgente para las autoridades de que la calidad de vida de sus ciudadanos debe ser una prioridad.