sábado, 23 noviembre 2024

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Por Joel Delgado, candidato al Senado por el Partido Popular

Es posible que estos días escuches mi nombre o nos encontremos por la calle. Es posible que escuches mi voz por la radio o me veas de reojo un momento en la tele y te preguntes quién soy y por qué quiero contar contigo.

Mi nombre completo es Remigio Joel Delgado Cáceres y, aunque nací en Gran Canaria, a los dos meses ya estaba en esta bendita isla. Por circunstancias familiares me crié con mis cuatro abuelos, a los que quiero con locura e intento tener siempre presente. Aunque viví parte de mi infancia en Madrid por la separación de mis padres, no había año que no me viniera a Lanzarote a pasar las deliciosas vacaciones de verano. De manera definitiva me vine a la isla con 13 años, en concreto, al barrio de mis abuelos maternos en San Francisco Javier donde pasaba las tardes jugando a la pelota con mis amigos Dani, Rayco, Kiko, Yeyo, Guti, Nau, Jonay el gomero, Jonay el peludo, Sergio, Yeray, Elías y Joaquín... ¡¡Menudo equipazo!!. Dos añitos más tarde ya me mudé con mi madre al barrio de Argana Alta.

Estudié en el Zonzamas, un magnífico instituto, aunque en mi caso seguro que fue para dolor de cabeza para mis profesores: Milagrosa, Jesús, Fátima, Antonio..., todos grandes docentes y con una enorme dosis de paciencia que, por cierto, aprovecho para agradecerles. Dado que en aquella época mis padres no tenían recursos y no podían permitirse mandarme fuera a la universidad, me planteé hacer un ciclo formativo de buceo profesional en otro instituto de referencia en Canarias, el Instituto Marítimo Pesquero, conocido por todos como Escuela de Pesca.

Fueron dos años ciertamente maravillosos en los que mi pasión por el mar me animó y me motivó a seguir. Dos años en los que mi vida estuvo marcada por el mar y el fútbol, una actividad que me apasionaba, y me apasiona, y que me llevó a jugar y entrenar en el Marítima, en el Teguise, en el Lomo y en el Tite.

Ya tenía 19 años cuando, terminados mis estudios, tome la decisión de marcharme a Tenerife a buscar un trabajo que en su momento me permitiera pagarme los estudios superiores. Y así fue que comenzó mi etapa como cuidador de animales marinos en el Loro Parque. Por las mañanas trabajo y por las tardes clases en el Instituto San Andrés Bello, de Santa Cruz. Fueron dos años muy duros pero finalmente conseguí aprobar la PAU, ese examen por el que todos los estudiantes perdimos el sueño, y antesala de que "lo mejor está aún por llegar". Inicié el grado de Turismo para posteriormente comenzar los estudios de Derecho que aún hoy continúo cursando porque, a pesar del poco tiempo del que dispongo, es un reto al que me aferro y al que no he querido renunciar.

Ciertamente en Tenerife pasé cuatro años de mi vida profundamente emocionantes y enriquecedores aunque también fueron muy difíciles. Como a la mayoría de los jóvenes me costaba llegar a fin de mes y echaba en falta el calor de mi familia. Con todo, y con la perspectiva que nos da el tiempo, aprendí tanto que ahora no renunciaría a ellos por nada.

Y allí estaba yo, con mis libros, con mis animales y mi deporte, cuando Cándido Reguera me trajo de vuelta a Lanzarote para formar parte de su equipo y llevar las áreas de Juventud, Medio Ambiente, Vivienda y Playas, en el Ayuntamiento de Arrecife. Volvía a mi ciudad para devolverle lo que en su día me había dado y lo hacía de la mano de una persona excepcional. De mi jefe, como yo lo llamaba, aprendí todo lo que se de esta noble actividad: la política como servicio público. Confió en mí desde el principio hasta el final, y reconozco que ha sido la persona ajena a mi familia por la que más he sufrido y llorado su pérdida. Sin ningún género de dudas, era un ser extraordinario, único e irrepetible, al que nunca le conocí enemigo alguno, que siempre tuvo una palabra de aliento para los demás y una constante predisposición a ayudar.

En los dos años que estuvimos juntos en el gobierno conseguimos hacer muchas cosas por una ciudad en la que creíamos y sigo creyendo profundamente. Se derribaron las viejas naves de la Rocar, se adecentó pintando de blanco todos los bordillos de la Vía Medular, las casas abandonadas del Charco de San Ginés y alrededores, se creó el Mercado artesanal de los sábados, se iniciaron las obras para la reapertura de la Casa de la Juventud, se desbloqueó el expediente para la instalación de Mercadona, el expediente del Puerto Deportivo Marina Lanzarote, conseguimos la financiación para las viviendas de Titerroy y Valterra, y se reactivaron los planes de barrios en La Vega, Maneje, Valterra y Los Alonso. ¿Se avanzó mucho? Sí, ¿se hizo todo bien? No. Seguramente también nos equivocamos en muchas cosas pero lo que nadie podrá reprocharnos es que no trabajábamos, o que no nos preocupáramos por mejorar la ciudad y la vida de la gente.

Cinco años después, mis compañeros y yo seguimos batallando desde la oposición por la misma ciudad en la que creemos y amamos. No he abandonado los libros y desde hace algún tiempo me embarqué como autónomo creando una pequeña empresa de limpieza y mantenimiento de la que vivimos 35 familias.

Me considero una persona alegre, trabajadora, sencilla y orgullosa de mis orígenes. Puede decirse que soy feliz. A mis 29 años, he aprendido que en esta vida nadie regala nada, ni lo quiero, porque con ilusión y esfuerzo todo es posible, porque luchando las puertas terminan abriéndose. En realidad en nuestra mano está el cruzarlas y emprender nuevos caminos como el que ahora comienzo y que espero podamos recorrer juntos.

 

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