sábado, 23 noviembre 2024

Costes de la insularidad

Por Oswaldo Betancort, alcalde de Teguise

Que los canarios estamos siendo víctimas de una sangría constante por parte de los oligopolios del transporte interinsular es un hecho. Esa es la realidad cotidiana de los que dependen de un avión para realizar su trabajo e incluso para la propia movilidad entre islas por motivos de ocio.

 

 

¿Qué fue de aquella idea de Don Adán Martín de conectar las 8 Islas Canarias para poder ir desde la isla de El Hierro hasta La Graciosa en un solo día…? Pues que entre otras cosas, y para muestra un botón, que el eje Norte–Sur de la isla de Fuerteventura aún no está terminado y ni hablar del resto de infraestructuras que ni se han iniciado en muchas otras de nuestras islas.

 

Dice el último estudio de población que desde que comenzó la crisis que a día de hoy se mantiene, digan lo que digan, la movilidad motivada por el mercado laboral hacia las islas con mayor renta per cápita (Fuerteventura y Lanzarote) ha crecido exponencialmente en los últimos años. Todos somos perfectamente conscientes de que los salarios que emanan del sector servicios y del colectivo de profesores no son muy abultados.

 

Mediante un pequeño esfuerzo de imaginación pongámonos en el lugar de un trabajador con residencia familiar en Gran Canaria y con su trabajo en la isla de Lanzarote, o viceversa. Un padre/madre de familia que ha de abandonar su casa, sus hijos y su pareja para conseguir un sustento con su trabajo y poder mantener los gastos fijos de la familia,…(sigamos imaginando). Pongamos que ese trabajador/a tiene de sueldo alrededor de 1.000 euros. El precio de un billete desde Lanzarote a Gran Canaria es 90´39 euros, (sin olvidar que el billete está subvencionado en un 50%), aproximadamente supone un 10% de sueldo sí o sí cada vez que esa madre o ese padre quiere ver a sus hijos y a su familia. Sumemos además, en el caso de tener coche, los casi 30 euros que cuesta dejar un coche en el aeropuerto por el periodo del fin de semana…, en fin, un auténtico despropósito, es la propia perversión del mal sistema capitalista implantado en tantos sectores como quepa imaginar.

 

Vamos a seguir imaginando, otro caso común. Un matrimonio en el que los dos trabajan y deciden tomar un respiro planificando un viaje de un fin de semana solos y sin los niños, que se quedan con los abuelos. En el proceso de búsqueda de destino, juntos lo planean delante de un ordenador con el objetivo de pasarlo en El Hierro, así conocer la isla y por qué no, contribuir al desarrollo económico de nuestra tierra, alquilando una casa rural a muy buen precio, alquilando un coche para ver la isla, comiendo un rico rancho con papas, tomando café en un pintoresco lugar e incluso comprando una botella de agua en cualquiera de sus tiendas y aquellas bonitas chácaras que vieron en El Pinar.

 

Nuestro gozo en un pozo. No hay vuelo directo a El Hierro, se vendieron las plazas, pero sí tengo la vuelta por 106 euros dos personas... Ahora la ida la he de hacer de la siguiente manera: Lanzarote–Tenerife Norte–El Hierro, por 172 euros que sumados a los 106 euros de la vuelta, suman nada más que 284 euros (solo en el billete).

 

Contemplamos ilusos la opción de barco, pero solo para llegar en barco desde Lanzarote a Gran Canaria son 10 horas 30 minutos, y de ahí a Tenerife, y de ahí hasta El Hierro, con lo que en nuestro destino estaríamos escasas horas después de 4 transbordos de ida y 4 de vuelta. Lógicamente, impensable. Y además por encima del coste de otro destino más cómodo de acceder fuera de Canarias.

 

Ante esa realidad (284 euros), me dispongo pues a buscar un destino el cual sea más barato y atractivo…, pensamos en Madrid, y lo más curioso es que la ida y la vuelta es sin transbordos y por tan solo 109 euros. Nos ahorramos 175 euros solo en el billete y alquilaremos un piso vacacional en Madrid que nos cuesta lo mismo que la casa rural que vimos en El Hierro, alquilaremos un coche por 5 euros menos cada día, comeremos un buen cocido madrileño, tomaremos café sentados en la Castellana para disfrutar del extraordinario paisaje del Madrid de los Austrias, compraremos una botella de agua en un chino y mi mujer se comprará aquellos bonitos pendientes que vimos en el Rastro de Madrid que se celebra los domingos.

 

Para dejar a un lado las suspicacias y los malos entendidos, los precios que figuran en estos cálculos están sacados de internet el mismo día y a la misma hora y con el mismo margen de anticipación en la compra de los destinos.

Dejemos ahora de imaginar, pongamos los pies en el suelo y reaccionemos.

Con unas tarifas razonables, fruto de la lógica ambición empresarial y lejos de la codicia que parece que impera,  se podría conseguir que la economía de todas las islas creciera de manera que la redistribución de la riqueza turística fuera una realidad palpable.

 

Por qué no ser ambiciosos y conseguir lo que ocurre entre Manhattan y Staten Island, un ferry que las une completamente gratis y donde no te solicitan el carnet de residente… Pensar eso aquí es una quimera más que una utopía, pero tener los que nos visitan las mismas tarifas que tenemos los canarios y con el ajuste a la baja que se propone, consolidaría a Canarias como un destino que tiene desde un desierto con dunas y burros salvajes hasta tupidos bosques de Laurisilva solo existentes en la Macaronesia; y esos extranjeros comprarían esa botella de agua, comerían ese rancho con papas o esa vieja a la espalda y se llevarían aquellas chácaras tan bonitas que vimos en  El Pinar. Un objetivo este, presentado por Coalición Canaria y aprobado en el Parlamento por el que toda la clase política que defienden lo canario deben y tienen que tomar partido para vertebrar esta acuciante necesidad en una auténtica demanda ciudadana.

 

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