El precio del colchón de La Moncloa
Años atrás, allá en el siglo XX, existía un partido político en España denominado socialista, con unas siglas P.S.O.E., cuyos afiliados y simpatizantes decían luchar por la igualdad, por la clase trabajadora y otro sin fin de cosas que sonaban bien, agradables a nivel timpánico. Hasta que un día, muchos años después, uno de sus afiliados y cargo orgánico decidió tomar los mandos de esa nave y la fue vaciando de toda aquella ideología embrionaria hasta hacerse con un poder absoluto sobre las cuatro siglas.
Parecía él, tener un fin único, personal, que era dormir en el colchón presidencial de La Moncloa, para lo cual llegaría a acuerdos con quien fuera, como fuera y donde fuera. Mientras, los socialistas de génesis callados.
El precio de ese colchón era infinito, tal incalculable su valor que esa persona permitió pisotear uno de los mayores bienes de la sociedad que presidía: la Educación. Para roncar en el colchón necesitaba la ayuda de socios que ninguna intención de continuar con el sistema constitucional establecido del país tenían. Independentistas catalanes y vascos, junto a una extrema izquierda altanera le pidieron, a cambio de horas en el colchón, una nueva ley educativa, sabiendo que por la educación se comienza una sociedad futura, que desde las aulas se cercena la capacidad crítica del alumnado. Y así crearon la LOMLOE, denominada coloquialmente Ley Celaá.
Con ella dictaminaron que el idioma, la lengua, que unía a todo el país ya no fuera vehicular, un idioma que es el segundo más hablado del mundo, atentando contra el artículo tercero de la Constitución de esa nación, una ley que crearon sin consenso, sin las familias, sin el profesorado.
Fueron capaces de volver a las cavernas democráticas para su desarrollo ya que desde 1874 ninguna ley educativa, ninguna, se había aprobado hasta ese día sin debate. Y los socialistas de génesis callados. Crearon, por un colchón, una ley que violaba los derechos de los ciudadanos, y esto no es ir de ideologías, va de democracia. Mientras, los socialistas de génesis callados.
Este ataque a la libertad que obligará a cambios de centros al alumnado por “ordeno y mando”, priva a las familias a su legítima elección de centro educativo, y ya se sabe que, la educación sin libertad suele caer en la manipulación y en el pensamiento único, quizás algo que la extrema izquierda conoce bien.
Los independentistas catalanes y vascos que son los que permiten que ese mullido catre, con el mejor de los tapizados colchoneros, sea ocupado por el dueño de las siglas PSOE, saben que, con la nueva ley educativa se da legitimidad a una realidad que existe en las autonomías con segunda lengua y que relegará el castellano a simple asignatura de dos horas semanales a pesar de que la Constitución establece que todas las lenguas cooficiales son vehiculares.
Y mientras todo ocurre, los socialistas de génesis callados. Pero el espíritu torticero de la ley nueva lleva a tocar los centros de educación especial, a los alumnos más frágiles, cuando saben que los niños que necesitan ese tipo de atención no la van a poder recibir en centros ordinarios porque éstos no tienen recursos, profesorado, ni formación suficiente como para implementarla. Y el socialismo de génesis callado.
Quizás el precio aún, todavía, no era el adecuado a cobrar para poder reposar tranquilo en los muelles de La Moncloa, por lo que también decidieron, los creadores de esta nueva ley, que para ser inspector educativo ya no había que pasar oposiciones. Las CCAA tendrían el poder de designar a las personas que consideraran más adecuadas, en base a los criterios que Uds ya se pueden imaginar.
Y los socialistas de génesis callados. Sólo cabe esperar ante este atropello a las libertades y a la democracia que un día el colchón le diga a su usuario: “Había una vez, pero ya no”.
David Mayor