Salud segura, turismo seguro
Acaba de llegar el otoño y en las Islas Canarias todos empezamos a manejar una ecuación con dos variables: la salud pública de la población y la temporada turística de invierno, que dará comienzo dentro de pocas semanas. Cuando digo todos no excluyo a nadie, desde las administraciones públicas a las empresas turísticas, pasando por las y los trabajadores desempleados afectados por expedientes de regulación temporal de empleo. En Canarias confiamos en el futuro inmediato porque nos jugamos mucho. Todo, en realidad.
Por eso mismo, nos hemos conjurado en garantizar la salud pública, porque sin ella no es posible recuperar la actividad económica y el empleo. Creo sinceramente que, en esto, cada parte está cumpliendo con su responsabilidad, lo que nos permite encarar los próximos meses con moderado optimismo. Una salud pública segura en el Archipiélago canario es sinónimo de turismo seguro durante el otoño y el invierno, siempre y cuando mejore la situación epidemiológica en los países emisores, como es natural.
En esta misma dirección se mueve la patronal turística, que defiende la puesta en marcha de corredores seguros para reactivar el turismo y evitar la pérdida de la temporada invernal. En efecto, coincido con la patronal en la propuesta de iniciar un proyecto piloto con Canarias con carácter inmediato, lo cual podría aportar soluciones para que aquellos destinos que alcancen los objetivos sanitarios establecidos puedan implantar sus propios corredores, con independencia del segmento turístico donde se ubiquen.
Desde mi punto de vista, para que la operación sea exitosa resulta indispensable la coordinación para la realización de pruebas sanitarias fiables y rápidas a los viajeros, tanto a su entrada como a su salida de los aeropuertos y otros medios de transporte. Sólo así, con seguridad, se podrían eludir las cuarentenas y las recomendaciones negativas que ponen en peligro la temporada de invierno y la supervivencia de muchas empresas y puestos de trabajo, tanto en las Islas como en la Península.
Pero, no hay que perder de vista que la garantía de salud pública y la puesta en marcha de la temporada turística de invierno nos permitirá encarar con mejores expectativas el Plan para la Reactivación Social y Económica de Canarias, que prevé una inversión inicial de 5.725,7 millones de euros hasta 2023, tan solo en recursos públicos. De la manera que se está haciendo, con unidad y amplio consenso público-privado, venceremos a la pandemia y fortaleceremos los servicios básicos, como la sanidad, la educación, los derechos sociales y la vivienda, de manera que nadie se quede atrás por esta crisis inesperada y global, sobre todo los colectivos más vulnerables.
Garantizar la salud pública de la población y arrancar la temporada invernal con unidad y amplio consenso público-privado es lo que se aprecia, asimismo, en Lanzarote y La Graciosa, las dos islas a la que me debo en primer lugar. Los esfuerzos conjuntos y coordinados del Cabildo de Lanzarote y los siete ayuntamientos, y el fluido diálogo y la estrecha colaboración que se observa en estos momentos entre el sector público y las organizaciones turísticas es una senda que nos debe permitir superar esta adversidad, y que jamás debe abandonarse, mientras mantenemos abiertos los Centros de Arte, Cultura y Turismo como un poderoso símbolo de esperanza colectiva.