Después del Covid-19, “efecto palanca”
La crisis que está sufriendo prácticamente toda la humanidad y, particularmente nuestro país y Canarias por el Covid-19, no tiene parangón. A pesar de las sombras, que no son pocas, en la gestión estatal de la crisis sanitaria, lo cierto es que la impresiónate labor que se está llevando a cabo por nuestros Sanitarios, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y, en general, por todas esas personas que sostienen los servicios esenciales, es un rayo de esperanza para poder levantarnos con más fuerza y determinación.
Mi intención ahora no es tanto hacer balance sobre la batalla sanitaria que estamos librando sino reflexionar sobre el día después del Covid-19. Como responsables públicos tenemos la obligación y el deber de planificar y prepararnos para un escenario complejo a nivel económico.
En este sentido, estoy plenamente convencido de que si se adoptan las medidas necesarias, con cabeza y arrimando todos el hombro, al igual que ya hicieron nuestros mayores, vamos a salir reforzados.
Cierto es que nos vemos avocados a un escenario donde tendremos que renunciar a determinados objetivos o proyectos por cambio de prioridades. Sin duda tendremos menor capacidad recaudatoria porque es necesario rebajar la presión fiscal para favorecer la reactivación. Pero también es necesario apostar por impulsar la economía creando “efecto palanca”.
El objetivo es que cada inversión pública suponga un efecto multiplicador, se trata de inyectar liquidez en el circuito económico para que se genere economía.
No podemos caer en el dualismo empresa-trabajador como intereses antagónicos. El futuro de ambos está unido inexorablemente. Al igual que es necesario el rescate a los autónomos. Por ello las medidas a adoptar tienen que tener carácter transversal, reforzando tanto la atención social como facilitando la pervivencia de empresas para mantener el empleo existente.
Somos un Estado descentralizado y ello tiene su lógica. Por ello es necesario diseñar las medidas económicas en consonancia con los sectores implicados desde la proximidad de su conocimiento. No tiene sentido ninguno obligar por Decreto a las empresas turísticas a abrir antes de tiempo. Lo lógico sería flexibilizar dicha medida hasta la apertura del espacio aéreo al turismo. De lo contrario, y por ir en contra del sentido común, se puede poner en riesgo la viabilidad de gran parte del sector, que con medidas adaptadas a su realidad, facilitarían mejor su recuperación.
Y en cuanto a las inversiones también. Sabemos que debemos priorizar los proyectos u obras que tengan efecto en el empleo y generen economía o “efecto palanca”. Pero necesitamos mantener nuestra capacidad de decisión para poder atender mejor a aquellas actuaciones que por cercanía conocemos mejor. De ahí que muestre mi enérgico rechazo a retirar la importantísima herramienta a disposición de las entidades locales que supone la propia gestión de su superávit.
Acabo ya, simplemente recordando la importancia clave, ahora reconocida por todo el espectro ideológico de nuestro país, de la importancia que tuvo en su momento en la última crisis el plan de pago a proveedores. La situación ahora obliga a volver a innovar, y en eso estamos.