Dolores Corujo y su indignación selectiva: pactar con Bildu es "progresismo", pero con Vox es "traición"
S.Calleja
Estoy seguro de que algunos, al leer esto, se indignarán. Ya saben, ETA no existió y la Tierra es plana. Se indignan cada vez que alguien en Canarias menciona a Bildu. “Eso está muy lejos”, dicen. “Nada tiene que ver con nuestra vida en Canarias”. Además, hablar de ETA es de fascistas…
¿Podemos ignorar la historia de Bildu y su impacto en el País Vasco? ¿O es que han olvidado atrocidades como la masacre de la Casa Cuartel de Zaragoza? (Es solo una entre cientos de atentados sanguinarios). Allí, entre las víctimas, murieron niñas. Niñas inocentes. Pueden buscarlo en la hemeroteca si les incomoda recordarlo.
Dolores Corujo, que presume de memoria selectiva, parece olvidar esas historias. Prefiere centrarse en los pactos de Coalición Canaria con Vox como si fueran el único pecado político en España. Pero aquí estamos para recordarle que Bildu no es un partido cualquiera. No es “un partido más” con el que hacer pactos “puntuales” o “de gobernabilidad”. Bildu es la heredera política de una banda terrorista que durante décadas sembró el terror en España, destrozó familias y que, todavía hoy, sigue ejerciendo presión social en muchos pueblos del País Vasco. La realidad allí no es tan bonita ni tan idílica como nos la pintan.
Corujo se ha dado el lujo de escribir un alegato contra Coalición Canaria (CC) por “mentir” sobre sus pactos con Vox. Hasta ahí, todo bien. Sí, es verdad, CC ha mentido. ¡Qué horror! Y ha pactado con el diablo. Sí, el diablo… ¿No les da risa?
Lo que resulta entre cómico y cínico es que la propia Corujo, secretaria general del PSOE de Lanzarote y diputada en el Congreso, se asombre de que un partido político mienta, como si su propia formación no fuera experta en el arte del engaño.
Porque, si de pactos “vergonzosos” hablamos, bastaría con hacer un repaso hemerográfico para refrescar la memoria. En 2015, Pedro Sánchez aseguraba categóricamente que “con Bildu no vamos a pactar”. En 2019, todavía mantenía la pose, declarando que “con Bildu no se acuerda nada”. Pero, ¿qué pasó después? En 2023, el PSOE de Navarra votó a favor de la investidura de Joseba Asirón, de EH Bildu, en Pamplona. Y no solo eso: los socialistas y la formación abertzale han firmado acuerdos en el Congreso, han pactado presupuestos y han permitido gobiernos regionales en los que Bildu tiene influencia real.
Hoy, a las doce del mediodía, se producirá un momento histórico en el Palacio de La Moncloa. Por primera vez en democracia, Bildu, la coalición heredera de Batasuna —el antiguo brazo político de ETA—, acudirá a la sede de la Presidencia del Gobierno. No es la primera vez que los de Arnaldo Otegi se reúnen con el presidente, pero sí la primera que pisan La Moncloa, un paso más en la normalización política de quienes, hace no tanto, justificaban el terror.
La foto de este jueves tendrá un simbolismo mayor: la homologación definitiva de Bildu y su formación matriz, Sortu, como actores políticos “respetables” dentro del sistema. ¿Los recibirán en las escalinatas, el lugar reservado para las visitas de Estado? ¿O se limitarán a un encuentro discreto en el interior? Todavía no lo han confirmado ni Moncloa ni Bildu. Pero el gesto está ahí, innegable.
Esto no es una cuestión de interpretación. Los hechos están ahí, las declaraciones de Sánchez y su partido son accesibles para cualquiera que tenga un mínimo de interés en contrastar la información. Pero parece que Dolores Corujo no los recuerda. O peor aún, los ignora deliberadamente mientras sermonea sobre moral política.
Corujo dice que “CC ha decidido abrazar a Vox cuando le resulta útil”. La misma lógica se aplica al PSOE con Bildu, con los independentistas catalanes, con Podemos y con quien haga falta para seguir gobernando. Decían “nunca”, y luego pasaron a “acuerdos puntuales”, de ahí a “pactos necesarios”, y finalmente al silencio vergonzante ante los pactos efectivos en Navarra o en el Congreso.
Pero vayamos más allá. Corujo acusa a CC de traicionar su esencia “nacionalista” al pactar con una formación que “rechaza el autogobierno y desprecia la diversidad”. ¿Y el PSOE qué ha hecho? Pactar con un partido cuya historia está marcada por la sombra del terrorismo, que ha justificado actos violentos y que sigue sin condenar con claridad el pasado criminal de sus figuras más emblemáticas.
Lo peor de todo es que la política de Corujo y su PSOE no solo es hipócrita, sino también torpemente incoherente. Denuncian los pactos de los demás mientras esconden los suyos debajo de la alfombra. Se indignan cuando otros hacen lo mismo que ellos han hecho durante años. Claman por la defensa de “los valores democráticos” mientras blanquean a quienes atacaron la democracia con bombas y secuestros.
Al final, lo que queda es un espectáculo burdo de doble vara de medir. La indignación selectiva de Dolores Corujo es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos de Lanzarote y Canarias. Es un intento de tapar el sol con un dedo, de desviar la atención de la gestión nefasta del PSOE en la isla, de esconder bajo una cortina de humo su falta de soluciones reales para los problemas que afectan a la gente.
Y sí, Coalición Canaria mintió con lo de Vox. Pero si comparamos su mentira con la hipocresía socialista, estamos hablando de diferencias abismales. Es como comparar a un mentiroso ocasional con los auténticos reyes del engaño.
Si Coalición Canaria tiene un poco de la madera de Pinocho, el PSOE tiene un bosque entero en la nariz de algunos de sus líderes, con los que Dolores Corujo se cruza semanalmente en el Congreso de los Diputados.
Pero si saben que la ultraderecha es Vox, pregúntense entonces: ¿quién es Just? ¿Los de Puigdemont? Ese es otro capítulo que Dolores Corujo olvida, porque esa madera parece haberle infectado su pluma a la hora de escribir artículos con su postura de indignación fingida.