“Estamos desbordados”: el Cabildo improvisa colchones para enfrentar la oleada migratoria
Pejeverde
En apenas seis días, Lanzarote ha sido testigo de una nueva oleada migratoria que la ha colocado al borde del colapso humanitario. Más de 600 personas han llegado a sus costas, en condiciones precarias, tras haber arriesgado sus vidas en el mar. En un escenario donde los recursos ya eran limitados, el Cabildo ha tenido que movilizarse una vez más para suplir las carencias de un sistema estatal incapaz de gestionar la crisis.
Esta mañana, el muelle de Puerto de Naos amaneció con el bullicio habitual de los equipos de emergencias y voluntarios de la Cruz Roja. Ayer, Salvamento Marítimo rescató a 140 personas, mientras otra embarcación con decenas más estaba en camino. Los trabajadores de las carpas instaladas en el puerto describen la situación como “insostenible”. A falta de espacio y recursos, el Cabildo tuvo que gestionar de urgencia 25 colchones adicionales para que los migrantes pudieran dormir en condiciones mínimamente dignas.
“Es la cuarta vez que recurrimos a esta solución, y apenas estamos en el inicio del año”, declara un representante del Consorcio de Seguridad y Emergencias de Lanzarote, visiblemente agotado. “No hay lugar donde ubicarlos. Estamos haciendo todo lo posible, pero el Estado no responde a tiempo”.
La historia se repite. En cada nueva crisis, las instituciones locales son las primeras en dar la cara, improvisando recursos para paliar un problema que excede con creces sus competencias. La encargada de la carpa del puerto confirma que han recibido el visto bueno del Gobierno de Canarias para colaborar con la Policía Nacional, pero los medios siguen siendo insuficientes.
Humanidad en medio del caos
Entre los recién llegados hay decenas de menores y mujeres embarazadas, muchos de ellos subsaharianos, agotados tras largas travesías en pateras y neumáticas. Algunos no han comido en días. Los equipos de emergencia trabajan a contrarreloj para proporcionar asistencia sanitaria básica, mantas y alimentos. Sin embargo, la incertidumbre sobre su destino sigue siendo la gran incógnita.