Centenares de peregrinos acompañan a la Virgen de los Volcanes hacia Arrecife
Foto. Consorcio Lanzarote
PJ
La imagen que encabezará la foto es la Virgen seguida por cientos de peregrinos tras cruzar el pueblo de La Vegueta y llegando a Tiagua. No sabemos cuánta gente habrá esperando en Arrecife, pero se desarrolla con normalidad y mucha seguridad.
Hoy, Lanzarote revive la bajada de la Virgen de los Dolores, como en 1965. Las calles están llenas de gente desde temprano: feligreses, familias, curiosos, todos listos para formar parte de un evento que está grabado en la memoria colectiva de la isla.
Las fotos en blanco y negro de 1965 muestran los rostros serios de quienes, entonces, vieron en la Virgen una fuerza para tiempos complicados. La Virgen de los Volcanes, rodeada de cestos de flores, parecía flotar sobre la multitud mientras el polvo del camino la seguía hasta Arrecife. Hoy, en 2024, la misma imagen recorre esas tierras, y aunque haya cambiado la tecnología y los tiempos, la emoción sigue intacta.
La Virgen avanza, rodeada por una multitud que la sigue en silencio, entre canciones y rezos. Niños, ancianos, turistas y locales, todos marchan a su lado. La gente se asoma a los balcones, agitando pañuelos blancos mientras los campanarios resuenan. Es un momento histórico, y todos lo saben.
Esta bajada, desde la ermita de Mancha Blanca hasta la parroquia de San Ginés en Arrecife, es más que un viaje: es un símbolo. Conecta el pasado y el presente, une a la isla en devoción y agradecimiento. Durante su estancia en la capital, los actos organizados serán una forma de rendir homenaje a la historia de Lanzarote, su cultura y su capacidad para unirse en tiempos difíciles.
Las imágenes de hoy, en color y llenas de los matices modernos, tienen el eco de las viejas fotos en blanco y negro. La Virgen, sobre su carroza engalanada, repite un trayecto que ha hecho muchas veces, y las sombras del pasado la acompañan, recordándonos que, aunque la vida cambie, hay tradiciones que se mantienen. La bajada de la Virgen de los Dolores es una de esas tradiciones: testimonio de la resistencia y la esperanza de Lanzarote, una isla que no olvida sus raíces ni a la Madre que la protege.