Pese a admitir la fractura interna, NC confía en mantener el control con la misma dirección
PJ
La fractura en Nueva Canarias-Bloque Canarista (NC-BC) ya no puede ser ignorada. La reciente decisión de un sector de grupos independientes de Gran Canaria de abandonar la formación ha sacudido los cimientos del partido. A pesar de los esfuerzos del consejo político por fomentar el diálogo y la integración, la organización se enfrenta a una realidad incómoda: una crisis interna reconocida por sus propios dirigentes.
El abandono, comunicado únicamente a través de los medios de comunicación, tomó por sorpresa a la cúpula de NC, que lamenta profundamente esta decisión. En su defensa, la organización subraya que ofreció medidas para reforzar la cohesión, como adelantar un año la celebración del VI Congreso, ofrecer mayor representación en su comité organizador e invitar a los disidentes a participar activamente en las decisiones internas. Sin embargo, estas propuestas no lograron detener la fuga, lo que evidenció tensiones profundas en la estructura orgánica del partido.
En un intento por reorientar su rumbo, NC ha depositado todas sus esperanzas en el próximo VI Congreso, previsto para julio de 2025. Este evento será, según la formación, el espacio donde la militancia definirá tanto la línea política como la nueva dirección. Sin embargo, el enfoque parece apostar más por ratificar el control de los actuales líderes que por un cambio significativo.
Pese a las promesas de renovación y pluralidad, los críticos señalan que el discurso oficial sigue sin reflejar un compromiso claro con una transformación real. La organización habla de promover liderazgos diversos, mayor participación de mujeres y jóvenes, y una representación equilibrada de todos los territorios. Pero las caras visibles de NC permanecen inmutables, lo que alimenta las dudas sobre la capacidad del partido para adaptarse a un contexto político cada vez más exigente.
Una de las claves del mensaje de NC es su voluntad de mantener abiertas las puertas a futuros entendimientos con los grupos independientes que han decidido abandonar el barco. "Las diferencias son de carácter orgánico, no ideológico", matiza el partido, dejando entrever que el desencuentro podría resolverse con el tiempo.
Pese a este discurso conciliador, la imagen de estabilidad institucional que intenta proyectar NC se ve comprometida por las fracturas internas. La ausencia de autocrítica real y la falta de nuevas propuestas generan escepticismo entre sus bases y en el panorama político del Archipiélago.
NC insiste en su papel como pilar central de la izquierda canarista, comprometido con una Canarias más justa, sostenible y feminista. Sin embargo, este mensaje parece diluirse frente a las dudas generadas por la reciente crisis. Mientras la formación trata de consolidar su espacio político, las tensiones internas amenazan con erosionar la confianza de su militancia y de sus votantes.
La crisis en Nueva Canarias es evidente, pero la falta de voluntad para encarar cambios estructurales profundos deja al partido en una posición vulnerable. Aunque el VI Congreso promete ser un foro de debate y construcción colectiva, muchos temen que solo sirva para reafirmar el control de las figuras de siempre, postergando las transformaciones que la formación necesita para enfrentar los desafíos del futuro.
Mientras NC se enfrenta a este panorama, la pregunta persiste: ¿será capaz de renovarse o seguirá aferrada a las mismas fórmulas que hoy la tienen al borde de una encrucijada?