De la negligencia a la destrucción: El impacto del turismo descontrolado en los espacios naturales de Lanzarote
Foto del momento en que el turista baja por el volcán ignorando la prohibición.
S. Calleja
En el corazón de Lanzarote, el Volcán del Cuervo se erige como testigo silente de la indisciplina y el desprecio por la naturaleza que algunos turistas exhiben sin pudor. Un reciente vídeo difundido en redes sociales captura el momento en que un visitante, ignorando la clara señalización y las normas de preservación, decide emprender una carrera temeraria ladera abajo, en un acto que no solo pone en riesgo su propia seguridad sino que atenta contra la delicada biodiversidad de la zona.
Este incidente, lejos de ser aislado, se suma a una serie de transgresiones en espacios naturales de la isla, marcando una tendencia preocupante que el Colectivo Tabaiba ha denunciado enérgicamente. Su publicación en Instagram no solo busca exponer este "atentado ambiental y paisajístico" sino también exigir acciones concretas a las autoridades, en particular al presidente del Cabildo, Oswaldo Betancort, cuya respuesta ante tales desmanes parece insuficiente.
Lanzarote, una isla cuya economía se sostiene en gran medida gracias al turismo, enfrenta el dilema de acoger a visitantes que no siempre respetan el patrimonio natural que vienen a disfrutar. La invasión de toallitas, pañuelos y otros residuos en entornos como el del Volcán del Cuervo, y la acumulación de piedras en su caldera, son ejemplos palpables de un problema mayor: la falta de conciencia y responsabilidad de ciertos segmentos del turismo.
La crítica no se detiene en la actitud reprochable de algunos visitantes, sino que se extiende a la gestión gubernamental de la isla. El Colectivo Tabaiba resalta la insuficiencia de recursos destinados a la protección del medio ambiente, con una plantilla de apenas ocho agentes de Medio Ambiente para cubrir toda la isla, una situación que refleja la baja prioridad asignada a la conservación en la agenda política local.
Mientras los políticos se concentran en aumentar la capacidad hotelera y promover un turismo masivo, sin una visión de sostenibilidad a largo plazo, servicios esenciales como la sanidad, la educación y la vivienda se deterioran, dejando en evidencia las fisuras de un sistema que privilegia el beneficio económico inmediato sobre el bienestar de la población y el respeto por el entorno natural.