martes, 15 octubre 2024

Lanzarote y Portimão (Portugal): Dos historias de pesca, un solo camino de memoria

Foto. Domingo García hecha hoy en Portimão, Portugal

S.Calleja ( Este artículo nace gracias al viaje a Portugal y concretamente a el museo Museu de Portimão de nuestro amigo y tertuliano Domingo García)

 

 

La pesca de la sardina en Lanzarote es más que una simple actividad económica; es un testimonio vivo de la rica historia cultural y social de la isla. Sin embargo, este patrimonio se enfrenta a un olvido histórico preocupante por parte de las instituciones. En una época donde Lanzarote se perfilaba como un importante centro de pesca y conservación en el Atlántico( el mayor de toda Europa), su historia se ha relegado al oscuro rincón del olvido.

Podemos retroceder a la época en que Andrés Zala, también conocido como "el Húngaro," tenía una visión ambiciosa para Arrecife: convertirlo en el primer puerto pesquero del Atlántico. Zala fue instrumental al traer a Alonso Lamberti, quien estableció la primera conservera en la Rocar. Este fue un momento crucial para la isla, pues a partir de ahí, la industria pesquera empezó a florecer. Para la década de los 60, Lanzarote ya contaba con hasta cinco fábricas conserveras.

La prosperidad trajo consigo el desarrollo social y urbano. El barrio de Valterra, por ejemplo, nació como un homenaje a la nueva clase trabajadora de la industria pesquera. Se construyeron casas y se crearon comunidades, cimentando el futuro de muchas familias en la isla.

 Foto. Muse Portugués en recuerdo de sus conservera y sus trabajadores. Domingo García

 

Sin embargo, este patrimonio histórico y cultural ha enfrentado un descuido lamentable. Mientras que en lugares como Portimão, Portugal, se han tomado medidas para preservar y celebrar su rica historia pesquera y conservera con la creación de un  museo y espacios culturales, Lanzarote ha quedado atrás en este aspecto. El Museo de Portimão sirve no solo como un archivo de su pasado industrial y marítimo, sino como un polo de difusión cultural. En Lanzarote, la falta de un espacio similar es, sin duda, un fallo institucional.

Sería positivo que las instituciones tomen la iniciativa para rescatar este patrimonio. No se trata solo de preservar una actividad económica que realmente no existe como tal; se trata de conservar la identidad y la memoria colectiva de una comunidad que ha dependido del mar para su sustento. Además, un museo o un centro de interpretación podrían servir como atracciones turísticas, generando un nuevo flujo económico y educativo para la isla.

 La pesca de la sardina y la industria conservera de Lanzarote es más que solo una parte de su historia económica; son un fragmento vital de su identidad cultural. El descuido de este patrimonio por parte de las instituciones no solo es una pérdida para Lanzarote, sino también un llamado a la acción para que la comunidad y las propias instituciones autonómicas o insulares.

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