La Graciosa, la Venecia del Atlántico, y la polémica tasa turística propuesta por el Psoe en Lanzarote
PJ
En una decisión que se ha comparado con la iniciativa turística de Venecia, el PSOE propone una regulación en la isla de La Graciosa que podría marcar un precedente en la gestión del turismo de masa. Ariagona González, portavoz del PSOE en el Cabildo de Lanzarote, ha registrado una moción que busca limitar la cantidad de visitantes diarios en La Graciosa. "La Graciosa ha llegado a recibir medio millón de visitantes en un año," señaló González, añadiendo que la saturación es tal que llega a una cifra de 428 turistas por habitante.
Es fascinante cómo La Graciosa, una pequeña isla en el Atlántico, se compara ahora con Venecia, la ciudad de los canales, en cuanto a la presión turística. La propuesta del PSOE podría tomar una página del libro de Venecia al implementar una "cuota de corresponsabilidad" que consistiría en un cargo adicional para los visitantes que no pernocten en la isla.
Este tipo de tasa, señala González, busca un doble efecto: limitar el número de visitantes y generar ingresos para la conservación de la isla. En Venecia, esta tasa es de cinco euros por visitante que no pase la noche. Imaginemos una familia de seis miembros que decide pasar un día en La Graciosa. De aplicarse una tasa similar a la veneciana, además del coste del viaje en barco y comidas, tendrían que sumar 30 euros adicionales solo para acceder a la isla.
La propuesta está lejos de ser radical, pero sí plantea una cuestión esencial: ¿a qué precio viene la belleza natural? La Graciosa, como Venecia, es un tesoro para la humanidad. Pero, ¿hasta qué punto debe permitirse que la explotación turística ponga en riesgo su conservación?
En momentos donde la sostenibilidad es una preocupación global, propuestas como estas podrían ser el futuro inminente del turismo. Sin embargo, el debate está servido: ¿Es ético limitar el acceso a estos paraísos naturales a través de una tasa? ¿Contribuirá realmente a una experiencia turística más sostenible y de calidad? Solo el tiempo, y tal vez el éxito o fracaso de estas medidas, ofrecerán respuestas concluyentes.
Es fascinante cómo La Graciosa, una pequeña isla en el Atlántico, se compara ahora con Venecia, la ciudad de los canales, en cuanto a la presión turística. La propuesta del PSOE podría tomar una página del libro de Venecia al implementar una "cuota de corresponsabilidad" que consistiría en un cargo adicional para los visitantes que no pernocten en la isla.
Este tipo de tasa, señala González, busca un doble efecto: limitar el número de visitantes y generar ingresos para la conservación de la isla. En Venecia, esta tasa es de cinco euros por visitante que no pase la noche. Imaginemos una familia de seis miembros que decide pasar un día en La Graciosa. De aplicarse una tasa similar a la veneciana, además del coste del viaje en barco y comidas, tendrían que sumar 30 euros adicionales solo para acceder a la isla.
La propuesta está lejos de ser radical, pero sí plantea una cuestión esencial: ¿a qué precio viene la belleza natural? La Graciosa, como Venecia, es un tesoro para la humanidad. Pero, ¿hasta qué punto debe permitirse que la explotación turística ponga en riesgo su conservación?
En momentos donde la sostenibilidad es una preocupación global, propuestas como estas podrían ser el futuro inminente del turismo. Sin embargo, el debate está servido: ¿Es ético limitar el acceso a estos paraísos naturales a través de una tasa? ¿Contribuirá realmente a una experiencia turística más sostenible y de calidad? Solo el tiempo, y tal vez el éxito o fracaso de estas medidas, ofrecerán respuestas concluyentes.