Incivismo creativo: ¿Qué tal una hormigonera en tu contenedor de basura en Playa Blanca?
Foto de Angel Domínguez , Playa Blanca, ayer
S.Calleja
La educación de cada persona se puede ver de diferentes formas, pero hay algo que refleja desde las características de una sociedad, hasta los valores que poseen: cómo tratan la basura. En este sentido, el manejo y disposición de los desechos no solo revelan nuestra responsabilidad individual, sino también nuestra conciencia colectiva y respeto por el entorno en el que vivimos. Sin embargo, lamentablemente, muchas personas tiran la basura en la calle o en la naturaleza, involucrando factores como la contaminación del medio ambiente y el deterioro de la calidad de vida.
Ya sea en un entorno familiar o social, se dan todo tipo de enseñanzas para tener calles más limpias, un hogar más presentable y, en general, un mejor lugar donde vivir. Desde pequeños, se nos inculcan valores de limpieza, orden y respeto hacia nuestro entorno. No obstante, a pesar de todos estos esfuerzos, sucede lo contrario. Por diversas razones, la gente sigue desechando incorrectamente muchos desperdicios, sin tener en cuenta el efecto acumulativo que pueden tener. No se trata solamente de una envoltura, una botella o un pequeño papel, sino de miles y millones de estos contribuyendo a un problema creciente.
Una fotografía reciente, que encabeza este artículo, muestra una hormigonera tirada en los contenedores de basura de Playa Blanca en Lanzarote, concretamente en la Calle Fragata. Esta imagen, capturada por Ángel Domínguez, quien hace años llegó a ser alcalde de Yaiza, es un triste testimonio del incivismo y la desidia que prevalecen en nuestra sociedad. En su cuenta de Facebook, Ángel escribió irónicamente: "Una muestra del incivismo o la cara dura de alguien que en vez de ir al punto limpio, pensara que eso lo lleve otro."
Este acto no es un hecho aislado. Es un reflejo de una actitud generalizada que ignora las reglas básicas de convivencia y respeto hacia el medio ambiente. La falta de conciencia y la apatía hacia el impacto ambiental de nuestros residuos tienen consecuencias graves. No solo contaminamos nuestros paisajes y ecosistemas, sino que también afectamos negativamente nuestra salud y bienestar colectivo.
Y aquí viene la mejor parte: las importantes multas que el Ayuntamiento impone a los responsables cuando, por un milagro del destino o una cámara oculta, logran localizar a los culpables. Porque sí, existen sanciones y no, no estamos hablando de calderilla. Las multas pueden ser lo suficientemente altas como para que uno se lo piense dos veces antes de tirar una hormigonera en un contenedor de basura. Eso sí, encontrar a los infractores es casi tan probable como ver un unicornio trotando por la Calle Fragata.
La solución a este problema no es sencilla, pero comienza con la educación y la toma de conciencia. Debemos ser responsables de nuestros desechos y fomentar una cultura de respeto y cuidado hacia el medio ambiente. Solo así podremos garantizar un entorno más limpio y saludable para las futuras generaciones. Mientras tanto, seguiremos soñando con el día en que las multas hagan su magia y logremos ver calles y playas libres de desechos inapropiados.