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Confianza para construir el futuro.

Desde las elecciones locales y autonómicas del pasado año no me sentaba a escribir de forma tranquila. La rapidez de los acontecimientos y la gestión pública municipal, donde un año parece un mes, no dejan mucho tiempo para tratar de reflexionar y pensar acerca de cómo se encuentra el contexto político, en especial, el espacio nacionalista.

 

A nadie se le escapa que la formación a la que pertenezco, Nueva Canarias, consiguió un hito inusual, desalojar a Coalición Canaria del Gobierno de Canarias y propulsar un cambio gubernamental de perfil marcadamente progresista. Lo hicimos porque creíamos que era necesario la oxigenación de la política y una nueva visión de como hacer y entender la cosa pública. No sólo en el ámbito de la Comunidad Autónoma, sino también en ayuntamientos y cabildos, NC fue decisiva para establecer nuevos proyectos con capacidad de cambio, orientando sus agendas y pactos a la persecución de mayor bienestar social para nuestra gente. A la par, abrazando los retos que a esta sociedad se le presenta en estos tiempos: cambio climático, igualdad de género, democratización política o ejemplaridad pública, entre tantas otras a consecuencia de la pandemia que nos azota.

Con estos fines, NC, también en Lanzarote donde gobernamos en la capital arrecifeña, se encuentra en numerosas Administraciones Públicas, incorporando una mirada autocentrada y nacionalista canaria, donde la exigencia y la defensa de los intereses de las canarios y canarias está por encima de cualquier otra consideración. Por ello, cuando tuvimos la ocasión de llegar a acuerdos con CC-PNC para ir unidos en las elecciones generales del 10 de noviembre, no nos tembló el pulso y buscamos el espacio de entendimiento, conscientes incluso que muchos sectores lo criticarían. Acuerdo que se demostró bueno al obtener su acta de diputado el compañero Pedro Quevedo, donde cada semana, junto a Ana Oramas, se baten en duelo contra un Parlamento español que en muchas ocasiones es incapaz de entender y atender a Canarias.

Esta alianza es el ejemplo de que NC, aunque haya desalojado a CC-PNC de las instituciones canarias, no concibe la acción política como amigo-enemigo. Siempre he considerado que en esto de la política las dicotomías amigo-enemigo son mala cosa, y nunca llegan a buen puerto. ¿Adversarios quizás? La competición política, sustancial a la propia democracia de partidos, conlleva en innumerables ocasiones a polemizar, discutir e, incluso, desacreditar los discursos contrarios. Pero también la política es entendimiento, espacio común y acuerdo. La política, y más en estos tiempos tan crispados, no puede ser entendida como un circo romano donde cada uno se dirige a sobrevivir por encima de todo y de todos. Yo, personalmente, no la entiendo así, e intento ejercer en cada pleno, moción, o conversación que mantengo con la oposición en el Ayuntamiento de Arrecife un tono cordial y aperturista. Inclusive, aguantando alguna que otra crítica desmesurada que entiendo va en el rol de la oposición.

Un acuerdo exige un grado de confianza que se debe trabajar día a día. La confianza se gana, no deviene por voluntad divina. NC y CC llevan mucho tiempo desconfiando la una de la otra. La visión de hacia donde se deberían dirigir las políticas públicas de nuestra comunidad era y, en algunas cuestiones sigue siendo, opuesta, y a nadie se le escapa que hemos sido muy críticos y desconfiados con el último ejecutivo de CC-PNC presidido por Fernando Clavijo. Políticas neoliberales y conservadoras que nada tienen que ver con las políticas que NC defiende.

No obstante, soy consciente, por los datos que nos están ofreciendo cada día, que el futuro que se le presenta a nuestra tierra es desalentador. Los indicadores de pobreza y desempleo aumentarán si no articulamos medidas urgentes dirigidas a las capas sociales más vulnerables. Por ahora, hemos consigo un excelente acuerdo en el marco de la Unión Europea, donde el Vicepresidente del Gobierno de Canarias, Román Rodríguez, en su condición de consejero de Hacienda y Asuntos Europeos del Gobierno de Canarias, ha negociado dentro del marco de las Regiones Ultraperiféricas que se atienda las singularidades y hechos diferenciales del archipiélago canario, territorio que debe tener políticas exclusivas y particulares. He aquí un ejemplo claro de defensa de Canarias desde un prisma nacionalista.

 

Con todo, cuando escucho hablar de la unidad del nacionalismo, como declaró hace unos días el secretario del comité de CC en Yaiza, Mateo Ramón, me genera sentimientos contrapuestos. Por un lado, duda, al considerar que las ideas, el proyecto, y las políticas que defienden en CC-PNC no corresponden con las que mi organización defiende. Por otro, oportunidad. Oportunidad para construir un nacionalismo fuerte que genere políticas públicas que hagan transformar Canarias sin necesidad de tutelas. Nadie discute que nuestras islas necesitan partidos nacionalistas, puesto que somos los únicos que tomamos las decisiones por y para las canarias y canarios.

 

Por ello, considero que lo primero que debemos de hablar es de construir la confianza. Y esto se traduce en un proyecto. Un proyecto claro, nacionalista por supuesto, pero que tenga la capacidad de generar el mayor bienestar social a nuestra gente, desde lo local a lo autonómico y para 20 o 30 años. Sin esa capacidad de construcción de la confianza, de los cimientos ideológicos, no podemos hablar de un futuro partido nacionalista canario potente y ganador. Esa es la tarea: confianza.

 

 

Armando Santana.

 

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