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Alarma hídrica: Lanzarote a 16 horas del colapso

Por Pedro Hernández, Activista y profesor

El reciente encuentro organizado por Tenique Cultural, en el marco de la XV Muestra de Cine de Lanzarote, que reunió a los cuatro últimos líderes del Cabildo insular —Pedro San Ginés, Manuela de Armas, Dolores Corujo y el actual presidente Oswaldo Betancort—, no fue un ejercicio de autocomplacencia. Lejos de ofrecer un consenso sobre el futuro hídrico de la isla, el debate funcionó como una radiografía brutal que confirmó un diagnóstico aterrador: Lanzarote se enfrenta a un “pre-colapso” del ciclo integral del agua.

Esta situación de emergencia es mucho más que una dificultad técnica de abastecimiento. Es la manifestación más genuina y dolorosa de la absoluta insostenibilidad del modelo de desarrollo adoptado. La contradicción entre el discurso de la ‘Reserva de la Biosfera’ y la cruda realidad que reconocen sin rubor los máximos responsables institucionales, define una esquizofrenia política que nos arrastra hacia el precipicio.

 

La Anatomía del Colapso Inminente

 

La vulnerabilidad hídrica de Lanzarote se mide en horas. Según se desprendió del propio acto, si se produjera cualquier accidente que impidiera la desalación continua, la isla apenas contaría con una capacidad de reserva garantizada de 16 horas. Operar al límite de esta manera es una temeridad que penaliza gravemente a los habitantes, especialmente a las zonas del medio rural, que sufren cortes de suministro permanentes.

La principal causa de este riesgo no reside únicamente en la producción, sino en la distribución. A pesar de que la desalación en 2024 alcanzó un récord histórico de más de 31,23 millones de metros cúbicos, la ineficiencia de la red es dantesca: más del 56,2% del agua producida se perdió en 2024, manteniéndose en la media negativa de años precedentes. Producir ingentes cantidades de agua consumiendo energía de forma disparatada, solo para perder más de la mitad en fugas, mal almacenamiento y fraudes, subraya que la inversión urgente debe centrarse en la distribución, el mantenimiento y la digitalización de una red hidráulica completamente obsoleta.   

 

El Coste de la Privatización y la Deuda Silenciosa

 

El debate sobre la gestión hídrica nos remonta inevitablemente a 2013, cuando se entregó el ciclo integral del agua a Canal Gestión. La justificación entonces fue evitar la quiebra de la empresa pública Inalsa, que arrastraba una deuda de aproximadamente 50 millones de euros. Doce años después, la privatización no ha resuelto la gestión, sino que ha agravado el deterioro, mientras que la empresa concesionaria ha acumulado unas pérdidas que superan ya los 75 millones de euros, con un fondo de maniobra negativo significativo.   

La falta de acuerdo entre los expresidentes y el actual presidente sobre cómo salir de esta encrucijada es flagrante. Mientras las voces socialistas (Manuela de Armas y Dolores Corujo) defienden el rescate del servicio, considerándolo un bien esencial que no debe estar en manos privadas, otros, especialmente desde Coalición Canaria, insisten en la necesidad de subir el precio del agua, que lleva catorce años congelado. Canal Gestión está reclamando alrededor de 35 millones de euros al Consorcio por la no actualización de las tarifas. La irresponsabilidad política se hace patente cuando se pretende que sea el ciudadano quien asuma, vía incremento de tarifas, no solo la deuda histórica, sino también el déficit y la incapacidad de la empresa privada para cumplir las condiciones de un contrato que se entregó en 2013.   

Otro flanco crítico es la opacidad generada por el crecimiento turístico descontrolado. Ante la falta de fiabilidad del suministro público, se han legalizado desaladoras propias en multitud de hoteles. Sin embargo, no existe claridad ni supervisión sobre el destino de la salmuera y, lo que es más preocupante, de las aguas fecales generadas por estos grandes establecimientos.   

 

Vertidos: El Borde Costero Envenenado

 

La incapacidad para gestionar el aumento de población y turismo se traduce en un escándalo ambiental que compromete directamente la principal fuente de ingresos de la isla: el turismo. Los vertidos permanentes de aguas residuales al borde costero son una realidad escandalosa.

Aunque se están realizando inversiones multimillonarias en las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) de Arrecife, Tías/Puerto del Carmen y Playa Blanca, impulsadas por el Gobierno central , estas obras llegan tarde. La saturación del sistema ha provocado el cierre continuado de playas, incluso en zonas impensables o emblemáticas, como El Reducto, Caleta Caballo, Famara o Playa Blanca. Contaminar el escenario principal de nuestra actividad económica es una prueba de la absoluta falta de visión estratégica y de la hipocresía inherente al modelo actual.   

 

La Insostenibilidad como Eje del Modelo de Isla

 

El agua es solo el síntoma más evidente de una crisis sistémica que abarca todos los elementos clave del desarrollo insular.

  1. Movilidad Irracional: A pesar del crecimiento poblacional y la afluencia turística, la isla carece de un transporte público eficiente. En lugar de abordar la movilidad de las personas, el debate político se centra en proyectos de más carreteras, como la duplicación de la LZ-40 o la nueva LZ-5 , cediendo a la imposición de criterios del lobby de la construcción y sacrificando ecosistemas únicos, como el Jable.   

  2. Dependencia Energética: Lanzarote posee condiciones excepcionales de sol y viento, pero mantiene una ultradependencia energética. No se entiende por qué las administraciones públicas (Ayuntamientos, Cabildo y Gobierno de Canarias) no dan ejemplo, fomentando el ahorro, la eficiencia y cubriendo sus propias superficies institucionales, educativas y sanitarias con placas solares fotovoltaicas, ni por qué se prioriza el despliegue del oligopolio energético sobre el fomento de comunidades energéticas y el autoconsumo.

  3. Gestión de Residuos: La crisis se extiende a los residuos. Mientras se generan más de 107.000 toneladas de basura anuales (sin contabilizar la generada en complejos turísticos) , la política sigue siendo sepultar los residuos en Zonzamas, a la espera de una "gran avalancha", en lugar de adoptar un sistema riguroso de envases y embalajes, a pesar de las inversiones realizadas en plantas como la de Biometanización.   

Han transcurrido más de tres décadas desde la desaparición de César Manrique (1992) y la retórica de la sostenibilidad que envuelve a Lanzarote se ha tornado una farsa. Si los máximos responsables institucionales reconocen el pre-colapso hídrico, las pérdidas en red y el aumento de los vertidos, es un ejercicio de autoengaño verbalizar que somos un ejemplo mundial de desarrollo.

Es imperativo abrir un debate sereno, honesto y audaz sobre los límites del crecimiento y la necesidad de frenar la masificación. El problema del agua no está aislado; es el reflejo de una irresponsabilidad política acumulada que, si no se corrige mediante el rescate y la gestión pública de los servicios esenciales, acabará sepultándonos junto con el modelo de isla que decimos proteger.

Pedro Hernández, Activista y profesor. Opinión

 

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