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Masdache se planta: Caraballo y De León recogen el rechazo vecinal a la antena de 25 metros

Pejeverde

Masdache amaneció con una torre de 25 metros clavada en medio del paisaje y, desde entonces, el pueblo no mira al cielo igual. La antena de telefonía móvil, plantada junto a la cancha deportiva, ha encendido a un vecindario que se siente rodeado por el volcán, la ZEPA y ahora también por una infraestructura que no entienden… ni aceptan.

En la tarde de este lunes, el malestar tomó forma organizada. El diputado de Lanzarote y La Graciosa y presidente insular de Nueva Canarias–Bloque Canarista (NC-bc), Yoné Caraballo, y el portavoz de la formación en Tías, Juan de León, se sentaron con representantes del movimiento vecinal de Masdache. No era una visita protocolaria: los vecinos llegaron con una lista clara de agravios y preguntas sin respuesta.

Un pueblo incrédulo ante su propio Ayuntamiento

La primera palabra que se repite en la reunión es “incredulidad”. Incredulidad ante un gobierno municipal de PSOE–Podemos que se presenta como defensor del territorio y que, sin embargo, ha permitido la instalación de una torre de telecomunicaciones de 25 metros en pleno núcleo del pueblo, en un enclave de alto valor paisajístico y ambiental, dentro de una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) integrada en la Red Natura 2000.

Para los vecinos, la imagen es un resumen perfecto de la contradicción: una estructura metálica dominando el horizonte de un pueblo agrícola, rodeado de viñedos y malpaís, bajo la etiqueta de “progreso tecnológico”. Para ellos, el progreso debería tener otra forma.

Del despacho al Parlamento

Caraballo escucha, toma notas y anuncia su siguiente paso:
solicitará copia del expediente completo de la antena para llevar el caso a la Comisión de Transición Ecológica del Parlamento de Canarias. La intención es doble: exigir información detallada sobre el impacto ambiental y reclamar al Gobierno de Canarias que depure responsabilidades y aclare qué informes técnicos han sostenido la autorización.

La jugada traslada el conflicto de la cancha de Masdache a la mesa del Parlamento, pero el origen del problema sigue estando a pie de calle: un pueblo que siente que se ha decidido sobre su paisaje y su salud sin contar con él.

Internet estable para unos, torretas para otros

Desde NC-bc recuerdan unas declaraciones recientes del alcalde de Tías: en Puerto del Carmen y otros núcleos del municipio, la conexión a internet es estable; en zonas rurales como Masdache, Conil o La Asomada, no. Según el propio alcalde, la instalación responde al plan estatal de extensión de cobertura 4G y 5G derivado de la Ley General de Telecomunicaciones de 2022, que obliga a garantizar cobertura en todo el territorio.

La versión oficial dice “obligación legal y cobertura para todos”.
Los vecinos escuchan “pretexto para llenar los pueblos de torres”.

Desde la formación canarista insisten en que ese argumento no puede justificar “llenar los pueblos de torretas”, cuando existen alternativas tecnológicas menos invasivas, con menor impacto visual y más compatibles con la protección del territorio. La cuestión no es si debe haber cobertura, sino cómo y dónde.

Una torre junto a la cancha

El detalle que más indigna al pueblo lo verbaliza Juan de León:
la antena se ha colocado junto a la cancha deportiva, espacio de uso vecinal y, sobre todo, infantil y juvenil. El cruce es explosivo: salud, percepción del riesgo, calidad de vida y sensación de imposición.

Familias, niños y jóvenes usan a diario ese espacio. Aunque la evidencia científica sobre los efectos de estas infraestructuras siempre se discute en términos técnicos, el impacto social es inmediato: nadie quiere que la antena esté justo donde sus hijos juegan al fútbol o montan en bicicleta.

El resultado es un clima de desconfianza hacia el Ayuntamiento y hacia la empresa responsable, que se mezcla con la sensación de que el paisaje y el patrimonio natural son negociables si la coartada viene envuelta en el lenguaje de la “transformación digital”.

Lo que pide Masdache

El mensaje vecinal, que Caraballo y De León recogen para trasladar a las instituciones, es nítido y en tres líneas:

  1. Paralización inmediata del proyecto.

  2. Retirada de la infraestructura ya instalada.

  3. Apertura de un expediente informativo que aclare cómo se ha autorizado una intervención de este tipo en un espacio de altísimo valor natural y patrimonial.

Nueva Canarias–Bloque Canarista se compromete a acompañar al pueblo “en todas las instituciones” para que, por una vez, el discurso de la defensa del territorio no se quede en el eslogan. Masdache, mientras tanto, mira cada día esa torre que ha cambiado su horizonte y se pregunta quién decidió que la conectividad pasaba por ahí.

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