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Parar por Palestina y fallar en Lanzarote: UGT y CCOO miran fuera y aflojan dentro

Pejeverde

UGT y CCOO en Lanzarote han llamado a pararse dos horita “por Palestina”. Miércoles 15, de 11:00 a 12:00, frente al Ayuntamiento de Arrecife. Foto, megáfono y frase redonda. La empatía, claro, es decente. La verdad es que a cualquiera con corazón se le encoge el pecho con las imágenes de Gaza y también con las atrocidades de Hamas contra civiles israelíes; aunque, sobre esto último, ya veremos si la próxima semana convocan otro paroncito… o no. Y, sin embargo, aquí chirría algo: cuando se trata de lo de fuera, hay prisa; cuando se trata de lo de casa, nos entra una calma chicha que parece eterna.

Además, no me extraña que cada vez más gente los llame adulones interesados. Y es que suena feo, sí, pero el runrún es viejo: subvenciones generosísimas, proyectos de formación, convenios por aquí y por allá… y, después, una suavidad casi orgásmica con el poder de turno. Que nadie se escandalice: no digo nada que no se escuche en cualquier esquina de la isla. Si hay parón por solidaridad, bien; pero siempre con la misma energía para pelear por los nuestros. Si no, queda impostado. Forzado. Como disfraz de carnavalero del politico un Miércoles de Ceniza.

Y aquí entra la nota de CCOO Lanzarote, que se suma a la jornada estatal con todo el manual de épica: “llama a la clase trabajadora a parar por Palestina el 15 de octubre”. Precisan incluso la coreografía horaria: “paros parciales de dos horas por turno… de 02:00 a 04:00 / 10:00 a 14:00 / 17:00 a 19:00”. El primer tramo, de madrugada, es una maravilla logística: medio mundo durmiendo y el resto intentando fichar . Añaden “asambleas informativas durante todo el día” y, a las 18:30, “una MANIFESTACIÓN que partirá desde la Casa Amarilla de Arrecife (Calle Real)”. Con mayúsculas, por si faltaba emoción. Y rematan el manifiesto con una lista de máximos: “¡Alto el fuego inmediato!”, “Fin de la ocupación ilegal y la limpieza étnica”, “Sanciones internacionales”. Todo muy solemne, sí. Pero la pregunta es sencilla: ¿dónde estaba este ímpetu organizativo cuando aquí nos ardía la sanidad, la limpieza o los autónomos?

Pongo ejemplos, porque aquí nos gusta hablar con papeles y fechas. En sanidad, desde 2024 la Junta de Personal del Área de Salud de Lanzarote lleva advirtiendo de lo que todos sabemos: falta de personal, servicios al límite, listas de espera que desesperan. Se dijo por activa y por pasiva. ¿Y qué hubo? Comunicados, reuniones, notas. Lo normal. Lo que no hubo fue esa gran movilización insular, con los sindicatos mayoritarios al frente, que empuje de verdad. Mientras tanto, urgencias a reventar y la gente haciendo peregrinaciones para conseguir una cita. Y así seguimos en 2025, con velas encendidas y paciencia de santo.

Otro caso: la limpieza de Arrecife. Hubo preavisos, amenazas de huelga, tensión y, al final, desconvocatoria in extremis en junio pasado, porque la ciudad se nos iba a convertir en exposición permanente de colillas y bolsas voladoras. ¿Quién tiró del carro? La plantilla, que brega a diario. Hubo mesas, mediaciones y esa foto de “todo arreglado” que tanto gusta. Pero esa capacidad de “movilizar a la sociedad lanzaroteña” que ahora piden para Palestina… aquí brilló por su ausencia. Mucho comité; poca calle.

Y los autónomos. Recuerden diciembre de 2024: transportistas de todas las islas —guaguas, taxis, reparto— protestando por el recorte en la bonificación del combustible. Medio millar de personas, camiones parados, el sector al límite. ¿Quién encabezó eso? Las asociaciones del propio gremio. UGT y CCOO, si estuvieron, fue de público discreto. Y, ojo, no estamos hablando de grandes teorías: hablamos de familias que dependen del depósito lleno para comer ese mes.

Mientras tanto, aquí estamos, convocando dos horas de paro por Palestina. Que sí: algo hay que hacer, nadie lo discute. Pero justificar un parón de trabajo por un conflicto internacional mientras dejamos que lo inmediato se pudra suena… forzado. Como si el altavoz solo funcionara para lo que no incomoda en casa. Como si la solidaridad fuese un traje elegante para las fotos y no un mono de faena para sudarlo en Argana, en Titerroy o en Playa Blanca. La propia nota presume de que “no se trata de un gesto simbólico, sino de un deber moral y de clase”. Muy bien; entonces, que ese “deber de clase” empiece también en los pasillos del Molina Orosa, en los turnos de madrugada de limpieza, en las rutas de reparto que no salen si el depósito está tiritando.

Y llegamos a la pregunta incómoda: ¿por qué esa blandura con el poder? Porque, además, hay sintonía evidente con el PSOE, que no se descubre ahora. Cuando hay que bendecir consignas, congresos y jornadas, todo va en dulce. Cuando toca exigirle al gobierno “amigo” reforzar servicios, controlar interinidades, acelerar inspecciones o apretar con vivienda, ya saben: “estamos trabajando en ello”. Es la mano de terciopelo con quien manda y el dedo acusador con quien no firma subvenciones. No muerden la mano que les da de comer; vale. Pero tampoco hace falta lamerla. Por cierto, el eslogan final de la nota —“15 de octubre: párate, participa, alza la voz. Palestina libre ¡YA!”— queda fetén para una camiseta. Para la isla real hace falta algo más que tipografía en negrita.

La empatía internacional honra a esta tierra. Pero la credibilidad sindical se gana en la esquina de siempre, con la gente que ficha a las seis y llega a casa con los pies molidos. Si de verdad representan a la clase trabajadora canaria, bajen del despacho, caminen la isla y vuelvan al kilómetro cero. Palestina agradecerá esa coherencia. Lanzarote, más.

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