PSOE y Sumar frenan la inyección y abren un escenario de asfixia en rutas canarias
Pejeverde
Entre trámites y vetos cruzados, la Mesa del Congreso ha tumbado la enmienda que abría una vía de financiación extraordinaria para cubrir las bonificaciones del 75% a residentes en Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla. El Senado había logrado introducir un crédito de 1.200 millones; en el Congreso se plantearon 1.000. Nada de eso saldrá adelante ahora. La ley seguirá su curso sin esa partida y el dinero que las aerolíneas adelantan a los residentes seguirá a la espera de reembolso suficiente.
La patronal del sector ha expresado su “profunda decepción” y advierte de “asfixia” financiera si no se corrige el desfase. El origen está en unas cuentas de 2023 prorrogadas que no cubren el ritmo real de gasto. El Gobierno mantiene que bastan 319 millones adicionales; el PP defiende que hacen falta al menos 1.200. La previsión del sector es que, sin medidas, la deuda acumulada por adelantar el descuento supere los 1.000 millones a finales de 2025.
Para el residente de Lanzarote el descuento sigue aplicándose en el momento de la compra: el 75% aparece en el billete. El problema está detrás del mostrador. Si el reembolso público no llega a tiempo, la tensión de caja se queda en las compañías que operan nuestras rutas. ¿Riesgos si se alarga? Ajustes de oferta, cambios en frecuencias o mayor volatilidad de precios en temporada alta. Hoy no hay anuncios en ese sentido, pero la incertidumbre es una mala compañera de la planificación.
Lanzarote depende de la doble columna vertebral del tráfico aéreo: los enlaces interinsulares diarios (imprescindibles para salud, estudios y trabajo) y los puentes con la Península (Madrid, Barcelona, Sevilla y otros). Cualquier retraso prolongado en los reembolsos erosiona la capacidad de programar con holgura los meses de otoño e invierno. La conectividad no se defiende con discursos: se defiende con partidas que llegan a tiempo y cierran el circuito del descuento sin estrangular a quien lo adelanta.
A efectos prácticos para el vecino: conviene reservar con antelación, comparar horarios y condiciones de cambio, y estar atento a la publicación de los programas de invierno. El Archipiélago ha aprendido que la estabilidad financiera de las bonificaciones es casi tan importante como la norma que las consagra. Si las cuentas no cuadran, el coste se termina notando en la programación y, tarde o temprano, en el bolsillo.
La conclusión es simple: el descuento es ley, pero necesita combustible presupuestario. Si no se abre una solución inmediata, la presión no la pagará un “ente abstracto”, sino quienes mantienen abiertas las rutas que sostienen la vida cotidiana de una isla. Lanzarote no puede permitirse jitter en su pulso aéreo.