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Historia pesquera: de orgullo insular a veto parlamentario, según NC

Pejeverde

No hay mayor ironía en Canarias que ver a quienes alardean de "lo nuestro" tras votar en contra de su propia isla. Hoy miércoles , en el Parlamento de Canarias, los diputados lanzaroteños de Coalición Canaria y del Partido Popular han rechazado una Proposición No de Ley que pretendía lo más básico: reconocer la historia pesquera y conservera de Lanzarote y crear el primer Museo del Mar en Arrecife. Nada de ideología, solo memoria, dignidad y desarrollo cultural. Pero parece que ni eso.

La propuesta, impulsada por Nueva Canarias-Bloque Canarista y defendida por el diputado conejero Yoné Caraballo, ha dejado al descubierto algo que ya se intuía: hay quienes están más pendientes de las consignas de partido que de los intereses de la isla que dicen representar. Porque, ¿qué les pasa a los diputados de CC por Lanzarote? ¿En qué asuntos están tan ocupados como para no defender una iniciativa que contaba con el respaldo del sector pesquero, expertos históricos y buena parte de la opinión pública?

Caraballo lo ha dicho claro: la negativa no tiene explicación razonable, más allá del sectarismo. Mientras desde otras islas diputados del PP y de CC se mostraban asombrados por el rechazo, los representantes de Lanzarote parecían practicar una suerte de abstinencia emocional respecto a su tierra. Se ausentan del impulso cultural, del reconocimiento histórico, del desarrollo local. Y cuando no se ausentan, votan en contra.

Es difícil no ver en este gesto una deriva preocupante. Porque si ser nacionalista es defender lo propio, lo cercano, lo histórico, ¿qué clase de nacionalismo es el que desprecia su patrimonio marinero? Si ser insularista es conocer la identidad insular, ¿qué clase de insularismo es el que ignora la historia de sus pueblos pesqueros, de sus conserveras, de sus mujeres saladoras y de sus faenas costeras?

La propuesta de Caraballo era todo menos incendiaria. No se trataba de abrir trincheras políticas, sino de abrir puertas a la cultura. Un museo. Un espacio para contar lo que fuimos. Para enseñar a quienes llegan que hubo una Lanzarote de redes, de sal, de lanchas y de jornadas largas en el Atlántico. Que hubo una Arrecife viva, trabajadora, marinera.

Y sin embargo, lo que hubo fue un "no". Un no al consenso. Un no al reconocimiento. Un no a una idea que debería ser compartida por todos los que, más allá del color, sienten esta isla como suya. Mientras tanto, otros museos se levantan con facilidad en otras islas, con presupuestos generosos y discursos grandilocuentes. Aquí, ni el mar parece bastar.

Lo dijo Yoné Caraballo con la claridad que ya lo caracteriza: "para ellos, la perra gorda". Porque mientras otros se envuelven en banderas para aplaudir leyes de exclusión, él se sienta con los pescadores, escucha a los mayores y defiende iniciativas concretas. No tuitea, actúa. No promete, propone.

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